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jueves, 1 de julio de 2010

¿Para qué sirve la filosofía? (Ivana Costa)

Desde su nacimiento, la filosofía carga con la sospecha de ser una disciplina sin utilidad. A lo largo de los siglos, los pensadores han arriesgado varias justificaciones. En este informe, se ponen en tela de juicio los distintos aportes que la filosofía podría hacer tanto en el ámbito público como en el individual, el de la vida cotidiana

Según Aristóteles, la filosofía nació con Tales de Mileto en el siglo VI antes de Cristo, porque fue Tales el primero que buscó respuestas a sus preguntas acerca del mundo sin recurrir a la mitología. De Tales se sabe que fue matemático, astrónomo, ingeniero, estadista, meteorólogo y uno de los Siete Sabios. Y sin embargo, entre sus contemporáneos no despertaba siempre reverencia.

Una vez —cuenta Platón— Tales se cayó en un pozo y una esclava se burló de él: por mirar el cielo —se reía la joven— no advierte lo que tiene bajo sus pies. En otra ocasión —cuenta Aristóteles—, Tales tuvo que mostrar que los filósofos también pueden, si quieren, ganar dinero, porque él estaba cansado de recibir toda clase de cargadas "tanto por su pobreza como por la inutilidad de la filosofía". Como sus conocimientos le habían permitido calcular una buena cosecha, Tales arrendó, fuera de estación, todos los contenedores para olivas a bajo precio y cuando llegó el momento los alquiló más caros.

El punto es que desde que existe la filosofía quienes no la practican se preguntan para qué sirve o, más bien, hacen explícita su sospecha de que no sirve para nada. Quizá haya algo muy sensato en esa sospecha, considerando que desde hace veintiséis siglos los filósofos vienen proponiendo sistemas, teorías, doctrinas, hipótesis o dogmas acerca de las cuestiones más variadas —¿qué es el hombre? ¿por qué hay universo y no "nada"? ¿existe dios? ¿cuál es la relación entre el lenguaje y la realidad? ¿cómo hacer justicia?— sin resolver definitivamente ninguna o pocas de ellas. Debería llamarnos la atención, sin embargo, que —como señala Manuel Comesaña— "a pesar de tratarse de discusiones interminables sobre problemas sin solución", el interés por la filosofía no ha desaparecido nunca.

En todo caso, la pregunta por la utilidad de la filosofía no puede entenderse de una única manera. "Para qué sirve" se dice en muchos sentidos. Puede ser una pregunta retórica —que ya presupone una respuesta negativa—, una pregunta ingenua —por ejemplo, la de un padre preocupado porque su hijo acaba de anotarse en la carrera de filosofía—, una pregunta decepcionada —la de un profesor o un investigador con crisis de identidad—, o una pregunta que tiene la expectativa de encontrar en las respuestas apologéticas un nuevo sentido para encarar la propia tarea o la propia vida. El francés Gilles Deleuze dice que "cuando se pregunta para qué sirve la filosofía, la respuesta debe ser agresiva, ya que la pregunta se tiene por irónica y mordaz". Pero algunas veces, es la propia filosofía la que se formula esa pregunta; entonces es posible que de esa reflexión surja una transformación fructífera o una revolución en el modo de pensar y de actuar.

Contra las ideas instaladas

"A la pregunta de por qué filosofar hay que responder con otra pregunta: ¿cómo no filosofar? La posible inutilidad de la filosofía es parte de su contingencia —explica Samuel Cabanchk—y en ella radica también su utilidad, ya que la filosofía sirve para no hacer masa con el pensamiento masa; para ir más allá del pensamiento que domina en los medios, de la espontaneidad de la opinión de la calle, de las fórmulas masificadas. No se trata de instalar un elitismo del pensar sino de ejercer el pensamiento crítico, tanto en el universo personal como en el colectivo."

El problema es, quizá, que estos ejercicios de tan noble utilidad sólo tengan lugar en los ámbitos académicos, a puertas cerradas, y sólo algunas veces lleguen a atravesar los muros del aula. Cabanchik, que ocupa el puesto de director del departamento de la carrera de Filosofía, en la facultad de Filosofía y Letras de la UBA, dice que la academia "es un canal para la filosofía en el cual puede darse o no ese distanciamiento del pensamiento masificado; pero está claro —subraya— que ningún ejercicio institucional lo garantiza". La cuestión, de todas maneras, sigue en pie: ¿en qué medida esta capacidad de poner a prueba los lugares comunes del pensamiento que tiene la filosofía logra hoy salir fuera de los centros de docencia e investigación para situarse en las prácticas sociales? Y esto ¿tiene que ser así fatalmente?

A esto apuntan, quizá, los estudiantes que pintan las paredes de las facultades de filosofía con leyendas del tipo "Que la universidad se pinte de pueblo" (en el tercer piso del edificio de la UBA) o distribuyen volantes exigiendo que en las aulas se discutan los modos de accionar académica y políticamente. Pero esa vocación por la acción no viene siempre acompañada por otra vocación central para la utilidad filosófica: la de una discusión argumentada, abierta y plural. Por caso, para mostrar rechazo por la actuación de un filósofo en política no se compromete a cada uno de los actores involucrados en un debate: el cartel injurioso, el escrache o la pintada están más a mano; y estos hábitos llevan a un mayor encapsulamiento y aislamiento de la comunidad académica en todos sus niveles.

El fin de las discrepancias

"Algunos piensan que la filosofía puede y debe contribuir a la solución de problemas morales, psicológicos, científicos, políticos, y que si no lo hace, es sólo un juego frívolo —dice Manuel Comesaña, de la Universidad de Mar del Plata—. Mi propia opinión, nada original, es que en dos mil quinientos años la filosofía occidental no ha podido resolver ninguno de sus propios problemas y siendo así es dudoso que pueda solucionar problemas ajenos. Desde luego, uno puede dar por buena una teoría filosófica que tenga respuestas para todos los problemas, y esto es lo que hacen los que dicen aplicar la filosofía. Por ejemplo: si uno es tomista y se ocupa de la llamada ética aplicada puede condenar el aborto en toda situación, sin excepciones. Pero algunos de los mejores filósofos van a rechazar con argumentos eso que uno da por bueno. Si uno mira esta situación desde arriba no encuentra razones para adherir a ninguna teoría: cuando las autoridades discrepan, no hay autoridades."

¿Deberían entonces dejar de discrepar los filósofos? En el diálogo De legibus, Cicerón relata la siguiente anécdota: cuando el procónsul romano Lucio Gelio llegó a Atenas para gobernar en nombre del Imperio, llamó con urgencia a los filósofos de la ciudad y les pidió que pusieran fin a sus disputas estériles y llegaran a algún tipo de acuerdo; dijo, además, que si no querían pasarse la vida discutiendo, él se ofrecía como árbitro para ayudarlos a alcanzar puntos en común. A Cicerón esta situación le parecía, por lo menos, "chistosa" y, como él, muchos filósofos se han horrorizado y se escandalizan hoy cuando se los intenta agrupar bajo una línea de pensamiento. En cambio, Michael Frede, profesor de filosofía clásica en Oxford, escribió recientemente que hoy existe "demasiado acuerdo" entre los intelectuales y que resultan mucho más útiles a la filosofía quienes "tienen la claridad intelectual y el coraje para mostrar que las cosas se pueden ver de otra manera".

Esta era la tarea que Theodor Adorno reivindicaba para la "inútil" filosofía: porque su supuesta inutilidad deja al descubierto su crítica de los saberes y las prácticas dominantes. "La filosofía —escribió Adorno—, a la que basta lo que quiere ser y que no galopa puerilmente detrás de la historia y de lo real, tiene su nervio vital en la resistencia contra el actual ejercicio corriente y contra aquello a lo que éste sirve: la justificación de lo que ya es."
La Fenomenología de Husserl - Epistemología - La filosofía y su relación con la cultura - Henri Bergson Vida y Obra - ¿Para qué sirve la filosofía? - Marcuse y la violencia - Papel de la violencia en la historia F Engels - Diálogo entre la razón y la fe Jürgen Habermas




El saber en sus límites

Pero tal vez convenga establecer otra zona para los acuerdos entre pensadores; por ejemplo, acuerdos entre la filosofía y las otras disciplinas relacionadas directamente con el quehacer humano. Horacio Banega, profesor de gnoseología en la UBA, dice que la utilidad de la filosofía puede abordarse desde un eje individual y otro colectivo. "En cuanto a lo individual, la filosofía sirve para adquirir habilidades cognitivas ligadas al pensamiento abstracto y eso luego trae aparejado el placer por el saber. Colectivamente, la filosofía sirve para criticar, revisar o consolidar las distintas racionalidades de la vida social, y allí la filosofía se encuentra en pie de igualdad con otras disciplinas. No creo que pueda dar un punto de vista fuera de lo social y tampoco dar una vivisón de la totalidad. Su aporte es, más bien, una metodologías de análisis antes que un pensamiento sustantivo."

Ahora, si la gente se reía de la futilidad del estudio de Tales de Mileto, qué queda para la filosofía actual, que no es siquiera, como era en la Antigüedad, la suma del saber. No es ciencia, ni tecnología de aplicación puntual, ni tampoco teología. Pero ¿sería deseable tener ciencia, técnica o teología sin una reflexión filosófica que examine críticamente sus supuestos? "La filosofía es un género de reflexión acerca de los fines y de los valores que orientan a un colectivo social —dice Daniel Kalpokas, doctor en filosofía y especialista en el pensamiento del norteamericano Richard Rorty—. Se supone que reflexiona sobre por qué invertir dinero en una investigación científica y no en otra, por ejemplo. Si la ciencia y la tecnología son medios para alcanzar ciertos fines, la filosofía debería ser una reflexión acerca de esos fines y de su sentido."

Ligada a esta función aparece la dimensión crítica de la filosofía: "La crítica de la cultura es prerrogativa suya —dice Kalpokas— porque es una reflexión que atraviesa todas las áreas culturales: estética, ciencia, historia: todo lo que el alemán Jürgen Habermas llama "el mundo de la vida", y esto es así porque la filosofía tiene esa capacidad de relacionar los diversos fragmentos de la cultura con la vida cotidiana. Esto no es parte del contenido de las ciencias, sino de la filosofía. En este sentido, su vocación por la totalidad de la cultura es legítima. Si Aristóteles definía a la filosofía como el saber de lo que es en tanto que es, hoy deberíamos llamarla reflexión de la cultura en su conjunto y en todas las sociedades".

La totalidad perdida

La ilusión de crear un sistema teórico de explicación del mundo a partir de la pura razón se terminó con Kant, quien situó los límites del conocimiento humano y delineó los usos posibles de la razón pura y práctica. "Las cosmovisiones omnicomprensivas del mundo, sean de carácter religioso, metafísico o ideológico, o inclusive metafísicas laicas y seculares como el marxismo leninismo, han perdido vigencia absoluta", dice Osvaldo Guariglia, profesor de ética en la UBA e investigador del Conicet. ¿Significa que los márgentes de utilidad de la filosofía son más estrechos?

"En este mundo nuevo de pensamiento postmetafísico —sigue Guariglia— el filósofo de la ética y la política debe preguntarse cuáles son los fundamentos intersubjetivos de las normas que nos deben regir todos los días. La crisis del relativismo cultural, del escepticismo moral, de la desorientación subjetiva es efecto de la secularización que trae la modernización, y esto no produce siempre progreso. También produce el terror al progreso, a la modernización de las relaciones sociales y a la secularización de la sociedad, que está en la base de todo fundamentalismo. En este marco, el filósofo puede aportar una visión crítica porque al tener en cuenta el deber ser no intenta rever el pasado sino abrir el horizonte de las expectativas."

Pensar lo público

Karl Marx, graduado en filosofía con una tesis doctoral sobre el atomismo de Demócrito, escribió en su madurez: "Los filósofos se han limitado a interpretar el mundo de distintos modos; de lo que se trata es de transformarlo".

Con esta sentencia subrayó lo que ya era un lugar común desde tiempos antiguos: los filósofos "interpretan", en cambio la actuación sobre la realidad social y política —incluido todo intento de transformación— es incumbencia de otros sabios: economistas, sociólogos, politólogos. Pero hoy, al parcer, muchos filósofos reclaman un lugar más protagónico y activo en la vida pública.

Tomando sólo algunos casos de académicos de la UBA, se pueden mencionar a Eduardo Rabossi, que fue Secretario de Derechos Humanos del gobierno de Raúl Alfonsín; Guariglia, convocado asimismo por Alfonsín para asesorar en la formulación de criterios procesales que antes del Juicio a las Juntas distinguieron entre quienes daban las órdenes (de un plan sistemático de terrorismo de Estado), quienes las hacían cumplir y quienes las cumplían. Florencia Luna ha sido asesora de la Organización Mundial de la Salud en cuestiones legales y éticas ligadas a la genética; y Diana Maffia ha sido Defensora del Pueblo adjunta. ¿De qué manera sirve la filosofía en la Argentina de hoy, atravesada por crisis múltiples y por múltiples deseos de transformación?

"La filosofía cumple una función crítica con respecto a todo lo que la gente cree saber —explica Manuel Comesaña— y esto resulta útil: Bertrand Russell decía que es preferible una incertidumbre fundada a una certidumbre infundada. No creo que esto se aplique a todas las situaciones: por ejemplo, en la vida cotidiana, dar por sentada la existencia de objetos físicos —que algunos filósofos han negado— parece más práctico que ponerla en duda. Uno muchas veces está obligado a actuar como si tuviera certezas, aunque no las tenga, pero en algunas situaciones resulta útil cuestionar certezas, por ejemplo, certezas políticas —aunque más no sea porque siempre se asesina en nombre de certezas, nunca en nombre de dudas."

Horacio González afirma: "La filosofía sirve porque su servir está en la revisión de los cimientos del propio lenguaje con el que pregunta; ahora, cuando nos preguntamos por la utilidad de la filosofía en la Argentina de hoy tenemos que admitir que nos falta un lenguaje que pueda servir sin obligar ni programar. Es decir, que sirva justo porque se considera que está de sobra. Ese lenguaje, que investiga lenguajes, es la oscura felicidad de la filosofía. Es la flecha celosa que señala hacia la conciencia de lo que falta. Porque todo país se compone alrededor de lo que él priva. O de lo que a él lo privan".

Para poder intervenir activamente en la crisis actual, la filosofía "debería intentar reproducir el espacio del ágora, que ya no existe, y que para los griegos era el sitio de encuentro y debate sobre la política en todos los sentidos de esta palabra", opina Samuel Cabanchik. "Ese espacio —sigue— debe ser reconstruido en el ámbito familiar, en el de la amistad, en el trabajo y en la universidad." Guariglia también piensa que la filosofía puede y debe hacer aportes concretos en ética y en política. "Pero eso no implica —dice— que en la Argentina de hoy se deba llamar a los filósofos para que esbocen una república platónica ideal (el revolucionario filósofo portavoz iluminado de la vanguardia entraña graves peligros). Más aun, es posible que si algo así ocurriese, aquellos a quienes se llame aporten sólo unas confusas ideas sobre entelequias nacionales. A la inversa, significa que los filósofos, como ciudadanos, tienen el deber de hacer propuestas claras y comprensibles a la opinión pública y a los gobernantes, no sólo sobre lo que se debate, sino sobre lo que no se discute y se debería discutir."

Filosofía para la vida

Para Banega, la pregunta por la utilidad de la filosofía equivale a preguntarse para qué sirve estudiar. O también ¿cómo se restauran los valores trabajo y del estudio cuando ya nadie cree en ellos? "A todos quienes nos dedicamos a la filosofía nos toca enfrentar esta cuestión: ¿Tengo algo para ofrecer? ¿Qué puedo ofrecer, como filósofo, al mercado productivo? ¿Puedo ofrecer algo más que la aspiración a convertirme en un asalariado del Estado? Todos deberíamos preguntarnos esto porque la investigación, como profesión, está desapareciendo en el país. No estoy seguro de que la filosofía pueda ofrecerse como sabiduría para la vida: eso parece propiedad del psicoanalista o de la religión. Deberíamos preguntarnos por qué."

No todos los que portan credenciales filosóficas de alguna especie aceptarían hoy que la filosofía no sirve para la vida. En primer término, quienes organizan cafés filosóficos, reuniones que proponen a sus asistentes formar un "grupo de reflexión" sobre asuntos de la vida cotidiana: la infidelidad, la tristeza, el amor. Hoy a las 22, por caso, se puede asistir a uno que tratará el tema de los celos. A este tipo de encuentros —inspirados en los Cafés-Philos franceses pero que vienen ganando terreno en Buenos Aires— se accede pagando diez pesos. A cambio, los organizadores —formados en filosofía— ofrecen una relación teórica sobre el tema, seguida por un amable diálogo en común. No es lo mismo, sin embargo, la inocua costumbre de la charla del café que el consultorio filosófico: otro sitio que reivindica la utilidad y la capacidad de la filosofía para aplicarse a la vida, pero de origen y función más dudosos.

Difundidos por el norteamericano Lou Marinoff en su best seller Más Platón y menos Prozac y extendidos en todo el mundo, estos consultores dicen solucionar los problemas de sus "clientes" por medio de una conversación que versa sobre filosofía. "En función de su problema —escribe Marinoff— examinamos las ideas de los filósofos que mejor se apliquen a su caso, aquellas con las que usted se sienta más cómodo". A diferencia del psicoanálisis, que se propone como una teoría o un conjunto de teorías afines, los consultores filosóficos disponen de innumerables opciones para hacer que su "cliente" se sienta a gusto y pague la consulta. Más allá del efecto terapéutico que pudiera tener esta práctica está claro que el adjetivo "filosófico" está allí en nombre de un rigor y de una solidez intelectual de las cuales el "cliente" puede no participar jamás. Porque el placer por la lectura sistemática de los textos y el ejercicio de llegar con el pensamiento hasta las últimas consecuencias —las dos claves que explican la vigencia y el interés por la filosofía a través de todos los tiempos— le son escamoteados. Y a juzgar por algunos de los casos que relatan los consultores en sus propias publicaciones, el aporte "filosófico" puede reducirse a la pronunciación de unos cuantos consejos del más básico sentido común. Por otra parte, los filósofos deberían poder hacer lo que les gusta pero ¿tienen derecho a cobrar por hacer lo que les gusta? ¿Y esto en todas las posibilidades de lo "filosófico" o sólo en algunas?

En su República, Platón trazó una extraordinaria alegoría: los hombres —dice allí— vivimos como encadenados en una caverna, y el que logra desencadenarse y ver el sol —es decir, el filósofo que sabe que hay algo más bello, más verdadero y mejor que las tinieblas en las que está sumida la multitud— debe regresar a la oscuridad para llevar su noticia y persuadir a los demás de que lo sigan, aunque lo llamen loco o maldito. Las interpretaciones éticas y políticas de esta alegoría son incontables pero hay una enseñanza para los aspirantes a filósofos que sin duda la mantiene viva: la filosofía no servirá ni para la propia vida ni para la vida en común si no es, de algún modo, un placer dulce y un retorno arduo a la caverna.

AVIZORA

Para qué sirven los filósofos (Por ROBERT SPAEMANN)

EL PADRE DE NUESTRO GREMIO filosófico, Sócrates, fue invitado a proponer un castigo que le pareciera adecuado para sancionar su atentado contra la political correctness de Atenas. Respondió con una provocación al tribunal al solicitar, como benefactor de su patria, poder comer todos los días gratis en el palacio de gobierno. Fue sobre todo esta desvergüenza la que le hizo merecer la pena de muerte. Como buenos demócratas, los atenienses eran sensibles a todo lo que consideraban arrogancia.

Los tiempos cambian, como se puede ver en esta celebración en el palacio del Gobierno de Navarra. Según he oído, el presidente Miguel Sanz nos va a ofrecer -aunque solamente hoy, y no a diario- algo de comer y beber. Pero antes me ha hecho entrega de esta preciosa medalla, que me otorgan mis colegas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra, después de que me hubieran hecho uno de los suyos al concederme hace años el doctorado honoris causa.

¡Y todo esto en el palacio del gobierno! ¿Qué ha cambiado a este respecto en comparación con los tiempos de Sócrates? Un filósofo tiene que hacer aquí examen de conciencia. ¿Acaso se ha vuelto políticamente correcto en lugar de ser un correctivo? ¿Es posible que la sociedad llegue a interesarse por la filosofía? Se trata aquí del interés por plantear públicamente cuestiones cuyo ocultamiento es, precisamente, lo que asegura la estabilidad de nuestra vida cotidiana. Es decir, hablamos de las así llamadas "preguntas últimas".

Es justamente la reflexión y el discurso continuado acerca de estas "preguntas últimas" lo que define a la filosofía. Para sí misma, la filosofía no conoce tabúes. Pero ella piensa en el sentido de los tabúes vigentes en la vida pública. "El que dice que no es necesario honrar a los dioses ni amar a los padres no merece argumentos, sino una reprimenda", escribe Aristóteles. La filosofía puede decir por qué esto es así. Y lo dice con argumentos. Esto sólo es posible cuando también se permite argumentar en contra, como ocurre en el seminario filosófico. Aquí debe ser legítimo defender la inmoralidad, la ley del más fuerte, la eutanasia o el racismo. Pero este es también el ámbito donde se puede comprender por qué en la sociedad -allí donde no se trata de la búsqueda de la verdad, sino de la praxis- no se puede defender todo. La filosofía es esencialmente anarquista y sólo puede cultivarse en un ámbito de anarquía teórica. Aunque ella está muy lejos de trabajar a favor de la anarquía práctica.

ESTADO, SOCIEDAD Y FILOSOFÍA

¿Qué interés pueden tener el Estado y la sociedad por la filosofía? ¿Qué interés puede tener que los fundamentos del orden social se conviertan en objetos de la reflexión crítica Precisamente, el estado moderno no deriva su legitimidad de la verdad de determinadas convicciones, sino de la corrección procedimental de sus mecanismos de decisión. Non veritas sed auctoritas facit legem, dice Thomas Hobbes. Pero conviene tener claro que la legalidad procedimental proporciona legitimidad tan sólo mientras esos procedimientos alumbran decisiones que están de acuerdo con las intuiciones humanas elementales acerca de la justicia. Se puede prescindir de las cuestiones relativas a la verdad y la justicia sólo en la medida en que la paz interna constituya el supremo valor absoluto.

Pero hay siempre circunstancias en las que los hombres consideran que no vale la pena conservar esta paz. Circunstancias en las que se puede afirmar, con Bertold Brecht: "Hemos decidido temer más nuestra mala vida que la muerte". No es posible desterrar del discurso público la pregunta acerca de la vida buena. Pero esta es la pregunta propia de la filosofía. Y una sociedad sólo es libre en la medida en que posibilita ese discurso. La filosofía no depende del reconocimiento social. La reflexión libre sobre las "preguntas últimas", en diálogo con los que las han pensado desde antiguo, tiene siempre lugar, incluso cuando los que lo hacen se ven obligados a ganarse a duras penas el sustento como bibliotecarios, limpiadores de ventanas o presidiarios. Pero la experiencia muestra que los sistemas que intentan aislar a los filósofos de esta manera son mucho más inestables que las sociedades libres, que pagan a los profesores de filosofía sin prescribirles lo que tienen que enseñar.

CÓMO HACER INOFENSIVAS LAS OPINIONES

Esto se puede entender como una refinada estrategia de inmunización. Los filósofos y los otros intelectuales pueden hablar todo lo que quieran. Es la manera más segura de hacer inofensivas sus opiniones. De hecho, los escritores han comprobado con frecuencia que la influencia de los intelectuales disidentes es mucho mayor en estados con una libertad de expresión limitada que en las sociedades libres. Aquí, lo que el filósofo sabe o cree saber no tiene más valor que el de una opinión entre otras. Los filósofos no pueden pretender que la distinción entre doxa y episteme, entre opinar y saber, o la diferencia entre un filósofo y un sofista, encuentre un reconocimiento social general.

Es la misma filosofía la que hace inteligible esa diferencia. Para el estado no hay diferencias entre filósofos y sofistas, como, por lo demás, ya ocurría en la Atenas de los tiempos de Sócrates. No obstante, ese estado tiene cierto interés en la existencia y actividad de esos hombres: es el interés por que los procesos sociales no se desarrollen de manera puramente espontánea y violenta, sino bajo la forma de un debate basado en argumentos.

Es el mismo interés que fundamenta la obligación de acudir a juicio con un abogado. El hecho de que una de las partes disponga del mejor abogado no significa que la justicia esté de su lado. Es igualmente improbable que ninguna de las partes tenga razón. Puede ocurrir perfectamente que una de las partes tenga toda la razón y disponga a la vez del peor abogado. En cualquier caso, la obligación de contar con un abogado defensor está bien fundada. No es deseable que las partes se ataquen con violencia o que expresen mediante gritos la urgencia de sus intereses. Deben más bien argumentar. Y es el juez el que al final sopesa, no intereses, sino fundamentos y argumentos a favor de intereses. Filósofos y sofistas, los intelectuales en general, son abogados defensores del conjunto de la sociedad.

COMO A VECES SOMOS ÚTILES...

Los filósofos son también otra cosa, pero esto sólo lo entienden ellos mismos y los otros filósofos. No hay motivo para pagarles por ello o distinguirlos con premios. Pero como a veces resultamos útiles como ciudadanos gracias a nuestra competencia argumentativa, de modo ocasional se nos da de comer públicamente en el pritaneo.

Doy gracias por ello sinceramente y de corazón. En este caso, mi corazón latió más fuerte cuando oí el nombre del premio que recibo: Roncesvalles. No hubiera sido posible imaginar algo más romántico. Nin tampoco algo que fuera más importante para una democracia. Las democracias sólo pueden resultar buenas y duraderas cuando las almas de sus ciudadanos no son democráticas. Por fortuna, los demócratas de los países libres emplean en el trato el término "señor" y no otros como "ciudadano" o "camarada".

En el ámbito político, hoy no sabríamos qué hacer con una figura como Carlomagno. Por eso mismo es de la mayor importancia que encuentre un trono en el corazón de cada europeo. En política es más importante la capacidad para el discurso que la habilidad en el manejo de las armas.

Pero sólo los que conservan vivo el recuerdo de la espada de Rolando merecen ser escuchados. En política no importa tener razón sin más, sino que esa razón sea reconocida públicamente.

Pero sólo merecen ese reconocimiento los que consideran, siguiendo la inspiración socrática, que es mejor sufrir la injusticia antes que cometerla. Sócrates y Rolando merecen ser recordados más por su muerte que por su vida.

Si la filosofía deja de ser la doctrina de la buena muerte, tampoco lo es de la vida buena. Entonces desaparece, deja de existir y ya no quedarán más que los sofistas.

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*Biografía:

Robert Spaemann es profesor emérito de la Universidad de Munich. Además, ha sido profesor visitante en las Universidades de Río de Janeiro, Salzburgo, París (La Sorbona), Berlín, Hamburgo, Zurich o Moscú. También se le ha galardonado con diversas distinciones: doctor honoris causa por las Universidades de Friburgo (Suiza), Santiago de Chile, Universidad Católica de América y Universidad de Navarra. Ha recibido también la Medalla Tomás Moro (1982) y la Cruz del Mérito de Alemania (1ª clase, 1987). Asimismo, es "Officier de I"Ordre des Palmes Academiques" (1988), miembro fundador de la Academia Europea de las Ciencias y de las Artes y miembro de la Academia Pontificia Pro Vita en Roma.

Su obra está principalmente dedicada al ámbito de la filosofía práctica. Destacan sus escritos Crítica de las utopías políticas (1977, 1980), Ética: Cuestiones fundamentales (1987), Lo natural y lo racional: Ensayos de antropología (1987, 1989), Felicidad y benevolencia (1991) y Personas: Acerca de la distinción entre algo y alguien (1996, 2000).
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De la revista Nuestro Tiempo Nº 564. Junio 2001. (Págs. 47-51)

Zygmunt Bauman: la crítica como llamado al cambio

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Descripción: Zygmunt Bauman es sociólogo y filósofo polaco. Es uno de los pensadores más representativos de la actual crítica de la cultura, Tras la invasión nazi, su familia se refugió en la zona soviética y Bauman se alistó en el ejército polaco, que liberaría su país junto a las tropas soviéticas. Fue miembro del Partido Comunista hasta la represión antisemita de 1968; la consiguiente purga le obligó a abandonar su puesto como profesor de filosofía y sociología en la Universidad de Varsovia. Desde entonces ha enseñado sociología en Israel, Estados Unidos y Canadá. Es profesor emérito en la Universidad de Leeds. Su pensamiento se ha movido desde la especificidad del análisis del movimiento obrero hasta la critica global de la modernidad. Es autor de una obra abundante, entre la que se encuentran libros fundamentales de la sociología contemporánea como La vida líquida, Vida consumo, El arte de la vida, Miedo líquido, y tantas otras obras.

Bauman ha alcanzado un notorio reconocimiento público y sus obras cada vez tienen más difusión en castellano.

Este video es una grabación realizada en la casa del autor en Leeds, Gran Bretaña.

La entrevista: Emilio Lledó

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Descripción:David Cantero entrevista al profesor Emilio Lledó, uno de los pensadores más influyentes del panorama filosófico español. Lledó es miembro de la RAE desde 1993 y su ensayo "El silencio de la escritura" (1992) fue reconocido con el Premio Nacional de Ensayo. Su profundo amor por la lectura y la consideración del lenguaje como base del pensamiento son dos elementos fundamentales de su obra. Ha ejercido la docencia en Alemania, donde residió durante algunos años, y en varias universidades españolas. Es autor de numerosos libros filosóficos, entre los que destaca "Lenguaje e historia" (1996) y "Elogio de la infelicidad" (2006).


La entrevista: Emilio Lledó


Jesús Conill: El papel de la filosofía en el mundo actual.

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Descripción: Conferencia impartida por Jesús Conill en la jornada de conferencias de la II Olimpiada filosófica, celebrada en la Universidad de Salamanca los días 23 y 24 de marzo de 2007

Debates en Libertad: autoridad en las aulas - 26/09/09

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Descripción:Para ello Javier Somalo contará con Alicia Delibes, Viceconsejera de Educación de la Comunidad de Madrid, Fátima Peinado, Pvoz. Socialista de Educación de la Asamblea de Madrid, Nicolás Fernández Guisado, Pte nacional del sindicato ANPE y Víctor Gago, periodista.

Debates en Libertad: Con la educación no se juega (2ª Parte) 10/05/07

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Descripción: Javier Somalo analiza la situación de la Educación en España con con Alicia Delibes, Javier Orrico, Álvaro Vermoet y Gabriel Albiac.


Debates en Libertad: Con la educación no se juega (1ª Parte) 10/05/07

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Descripción:Javier Somalo analiza la situación de la Educación en España con con Alicia Delibes, Javier Orrico, Álvaro Vermoet y Gabriel Albiac.

Entrevista a Fernando Savater

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Descripción: Fernando Savater habla sobre el rol de los padres y los profesores en la actual educación


¿Para qué Pensar? 1/4

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Juan Blanco: Maestro de Filósofos 3/3

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Juan Blanco: Maestro de Filósofos 2/3

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Juan Blanco: Maestro de Filósofos 1/3

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¿...Enseñar filosofía? (Adolfo León Gómez)

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miércoles, 30 de junio de 2010

Nietzsche Historia - Humor Español

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Frases celebres

Todo tiempo pasado fue anterior.

La esclavitud no se abolió, se cambio a 8 hs. diarias.

Errar es humano, pero echarle la culpa al otro es más humano todavía.

La verdad absoluta no existe y esto es absolutamente cierto.

Si no fuera por el matrimonio, el hombre pasaría su vida pensando que no tiene defectos.

Filosofía de Mafalda y sus amigos

Mafalda

"¿No será acaso que ésta vida moderna está teniendo más de moderna que de vida?"

"Dicen que el hombre es un animal de costumbres, mas bien de costumbre el hombre es un animal."

FELIPE:

"¿Por qué justo a mi tenía que tocarme ser yo?"

MIGUELITO:

"Trabajar para ganarse al vida esta bien pero por que esa vida que uno se gana trabajando tiene que desperdiciarla trabajando para ganarse la vida."

SUSANITA:

"Amo a la Humanidad, lo que me revienta es la gente."

Chistes filosóficos

El profesor de filosofía a su auditorio, después de la conferencia: Y si ustedes me han comprendido bien, es que me he explicado mal.


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Papá, hoy me dieron la nota máxima en la clase de filosofía. ¡Demostré que el profesor no existe!



¿POR QUÉ EL POLLO CRUZÓ EL CAMINO?

Platón: Para el mayor Bien

Karl Marx: Era una inevitabilidad histórica.

Jacques Derrida: Diferentes discursos se podrían afirmar y se podrían descubrir del acto del pollo que cruza el camino, y cada interpretación es igualmente válida pues el intento autorial no se puede discernir, porque el estructuralismo está muerto

Timothy Leary: Porque ese es el único tipo de viaje que el establishment le permitiría tomar.

Nietzsche: Porque el camino es el puente para llegar a ser “Super Pollo”

Carl Jung: La confluencia de acontecimientos en la gestalt cultural ha hecho necesario que los caminos de los pollos individuales se crucen en esta juntura histórica, y por lo tanto se hayan sincronizado en el ser.

Jean-Paul Sartre: Para actuar en la buena fe y ser consecuente consigo mismo, el pollo encontró necesario cruzar el camino.

Albert Camus: Porque es absurdo.

Descartes: Porque si cruza el camino ergo existe.

Ludwig Wittgenstein: La posibilidad de "travesía" fue codificada en los objetos "pollo" y "camino", y las circunstancias permitieron la actualización de esta ocurrencia potencial.

Albert Einstein: Si el pollo cruzó el camino o el camino cruzó al pollo depende de su marco de la referencia.

Aristóteles: Para actualizar su potencial.

Epicuro: Por el placer de cruzarlo.

David Hume: Por la fuerza de la costumbre y del hábito

Pirrón el escéptico: ¿Qué camino?

Zenón de Elea: Al intentar probarlo podría nunca alcanzar el otro lado.

Heráclito: Porque necesita moverse.

Parménides. . Es un pollo único y no puede moverse, él cubre todo el camino.

Immanuel Kant: Porque la razón le indica que ese es el fin último de su voluntad.

¿Que es la nada?

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Welcome to Planet Earth / Bienvenidos al Planeta

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¿ES UN LUJO LA FILOSOFÍA? (por Pierre Hadot)

¿Es un lujo la filosofía? Aquello que es un lujo es costoso e inútil. Tendríamos que referirnos, pues, muy brevemente, a lo que se podría llamar el aspecto económico de esta cuestión, es decir, las condiciones financieras indispensables para filosofar en nuestro mundo moderno. Pero porfundizar en este aspecto nos conduciría al problema general, sociológico, de la desigualdad de oportunidades en las carreras. Evidentemente, nos detendremos en el problema de la utilidad de la filosofía. Nos aparecerá entonces que la cuestión planteada nos obliga a interrogarnos necesariamente sobre la definición misma de la filosofía. Y, finalmente, más allá incluso de la naturaleza de la filosofía, nuestra reflexión nos conducirá al drama de la condición humana.

Los que no son filósofos consideran en general la filosofía como un lenguaje abstruso, un discurso abstracto, que un pequeño grupo de especialistas, los únicos que pueden comprenderlo, desarrolla sin fin a propósito de cuestiones incomprensibles y sin interés; una ocupación reservada a algunos privilegiados que, gracias a su dinero o a un afortunado concurso de circunstancias, tienen el tiempo libre (loisir) para dedicarse a ella; un lujo, pues. Y hay que reconocer que ya para que un solo alumno pueda convertirse en candidato para el examen final (baccalauréat), para que acceda al privilegio de redactar la presente disertación filosófica, han sido necesarios importantes gastos financieros asumidos por sus padres y por los contribuyentes. Y ¿para qué le servirá a él realmente, “en la vida”, haber redactado este ejercicio de estilo? En nuestro mundo moderno, donde reina la técnica científica e industrial, donde todo se evalúa en función de la rentabilidad o el éxito comercial, ¿para qué puede servir discutir las relaciones entre verdad y subjetividad, mediato e inmediato, contingencia y necesidad, o la duda metódica en Descartes? Por otra parte, es verdad que la filosofía dista mucho de estar totalmente ausente del mundo moderno, es decir, de las pantallas de televisión, puesto que, en general, el hombre contemporáneo no tiene la sensación de percibir verdaderamente el mundo exterior hasta que lo ve reflejado en esos pequeños cuadriláteros. Se muestra de tiempo en tiempo en la televisión a algún filósofo en tal o cual emisión: ellos seducen generalmente al público por su arte de hablar, se compra su libro al día siguiente, se hojean las primeras páginas, antes de cerrar definitivamente la obra, rechazado la mayor parte de las veces por la incomprensible jerga. Pero todo eso se experimenta precisamente como un lujo de privilegiados, como asunto de un “mundo muy pequeño” sin influencia sobre las grandes opciones de la vida.

La gloria de la filosofía, responderán algunos filósofos, es precisamente ser un lujo y un discurso inútil. En principio, si no hubiera nada más que lo útil en el mundo el mundo sería irrespirable. La poesía, la música, la pintura, también son inútiles. No mejoran la productividad. Y, sin embargo, son indispensables para la vida. Ellas nos liberan de la urgencia utilitaria. Este es, igualmente, el caso de la filosofía. Sócrates, en los diálogos de Platón, insiste a sus interlocutores en que tienen todo su tiempo para discutir, en que nada les presiona. Y es verdad que hace falta para ello calma (loisir), como también hace falta calma para pintar, para componer música y poesía.

Y es precisamente el papel de la filosofía el de revelar a los hombres la utilidad de lo inútil o, si se quiere, el de enseñarles a distinguir entre dos sentidos de la palabra “útil”. Hay aquello que es útil para tal fin particular: la calefacción, la iluminación, los transportes; y hay aquello que es útil al hombre en cuanto hombre, en cuanto ser pensante. El discurso de la filosofía es útil en este último sentido, pero es un lujo si sólo se considera útil aquello que sirve para fines particulares y materiales.

¿Se puede dar una definición general de esta filosofía concebida como un discurso teórico? Es muy difícil encontrar un denominador común entre las diferentes tendencias. Quizá se podría decir que es común a los estructuralistas y a los analíticos –por poner el ejemplo de dos grupos importantes– desarrollar un discurso reflexivo a propósito de todas las formas de discurso humano, sea científico, técnico, político, artístico, poético, filosófico o cotidiano. La filosofía sería entonces una suerte de metadiscurso, que no se contentaría solo con describir los discursos humanos, sino que los criticaría en nombre de aquello que es preciso llamar las exigencias de la razón, incluso si esta noción de “razón” es puesta ella misma en cuestión por la mayor parte de esos discursos reflexivos. Y es necesario también reconocer que, desde Sócrates, este discurso sobre el discurso ha sido un aspecto de la filosofía.

Sin embargo, es difícil estar satisfecho con esta solución. Si la mayor parte de los hombres considera la filosofía como un lujo es, sobre todo, porque les parece infinitamente alejada de aquello que hace la substancia de su vida: sus éxitos, sus sufrimientos, sus angustias, la perspectiva de la muerte que les espera y que espera a los que ellos aman. Frente a esta realidad aplastante de la vida, el discurso filosófico sólo les puede aparecer como un vano parloteo y un lujo irrisorio. “Palabras, palabras, palabras”, decía Hamlet. ¿Qué es, finalmente, lo más útil al hombre en cuanto hombre? ¿Es el discurrir sobre el lenguaje, o sobre el ser y el no-ser? ¿No es, ante todo, aprender a vivir una vida humana?
Hemos evocado hace un momento los discursos de Sócrates, discursos sobre el discurso de otros. Ellos no estaban destinados, sin embargo, a construir un edificio conceptual, un discurso puramente teórico, sino que eran una conversación viva, de hombre a hombre, que no estaba separada de la vida cotidiana. Sócrates es un hombre de la calle. Habla con todo el mundo, recorre los mercados, las salas de deporte, los talleres de los artesanos, las tiendas de los comerciantes. El observa y discute. No pretende saber ninguna cosa. El solamente interroga, y aquellos a los que interroga se interrogan entonces sobre sí mismos. Ellos se ponen entonces a sí mismos en cuestión, a sí mismos y a su manera de actuar.

Desde esta perspectiva, el discurso filosófico ya no es un fin en sí, sino que está al servicio de la vida filosófica. Lo esencial de la filosofía ya no es el discurso, sino la vida, la acción. Toda la Antigüedad ha reconocido que Sócrates ha sido filósofo más por su vida y por su muerte que por sus discursos. Y la filosofía antigua ha permanecido siempre socrática en la medida en que se ha presentado siempre a sí misma como un modelo de vida más que como un discurso teórico. El filósofo no es especialmente un profesor o un escritor, sino un hombre que ha hecho una cierta elección de vida, que ha adoptado un estilo de vida, epicúreo o estoico por ejemplo. El discurso juega sin duda un papel importante en esta vida filosófica: la elección de vida se expresa en “dogmas”, en la descripción de una cierta visión del mundo, y esta elección de vida permanece viva gracias al discurso interior del filósofo que se rememora los dogmas fundamentales. Pero este discurso está ligado a la vida y a la acción.

Se vislumbra así un tipo de filosofía que se identifica en cierto modo con la vida del hombre, la vida de un hombre consciente de sí mismo, que rectifica sin cesar su pensamiento y su acción, consciente de su pertenencia a la humanidad y al mundo. En este sentido, la famosa fórmula “filosofar es aprender a morir” es una de las definiciones más adecuadas que se han dado de la filosofía. Desde la perspectiva de la muerte cada instante aparecerá como una oportunidad milagrosa e inesperada y cada mirada dirigida al mundo nos dará la impresión de que lo vemos por primera y quizá por última vez. Nos daremos cuenta entonces del misterio insondable del surgimiento del mundo. El reconocimiento de este carácter en cierto modo sagrado de la vida y de la existencia nos conducirá a comprender nuestra responsabilidad hacia los otros y hacia nosotros mismos. Los antiguos encontraron en esa conciencia y en esa actitud de vida la serenidad, la tranquilidad de alma, la libertad interior, el amor de otro, la certidumbre de la acción. Se puede observar en ciertos filósofos del siglo XX, como Bergson, Lavelle o Foucault, por ejemplo, una cierta tendencia a volver a esta concepción antigua de la filosofía.

Aparentemente una filosofía tal no puede ser un lujo, puesto que está ligada a la vida misma. Será más bien una necesidad elemental para el hombre. Por ello las filosofías como el epicureísmo o el estoicismo pretendías ser universales. Al proponer al hombre el arte de vivir como hombre, se dirigían a todos los seres humanos: esclavos, mujeres, extranjeros. Eran misioneras, buscaban convertir a las masas.

Pero en vano. Porque no hemos de hacernos ilusiones: esta filosofía concebida como un modo de vida no puede ser ahora ni nunca otra cosa que un lujo. El drama de la condición humana consiste en que es imposible no filosofar y al mismo tiempo imposible filosofar. Están abiertas al hombre, por su conciencia filosófica, la profusión de maravillas del cosmos y de la tierra, una percepción más aguda, una riqueza inagotable de relaciones con los otros hombres, con las otras almas, la invitación a actuar con benevolencia y justicia. Pero las preocupaciones, las necesidades, las banalidades de la vida cotidiana, le impiden acceder a esa vida consciente de todas sus posibilidades. ¿Cómo unir armoniosamente la vida cotidiana y la conciencia filosófica? Eso no puede ser sino una conquista frágil y siempre amenazada. “Todo aquello que es bello”, dice Spinoza al final de la Etica, “es tan difícil como raro”. Y ¿cómo podrían atender a esa conciencia los millares de hombres oprimidos por la miseria y el sufrimiento? Ser filósofo, ¿no será, entonces, sufrir este aislamiento, este privilegio, este lujo, y tener siempre presente en el espíritu este drama de la condición humana?

Las falacias

Las falacias son razonamientos no válidos que, sin embargo, pueden parecerlo. Existen dos tipos: las formales y las informales.
Dentro de las informales tenemos las siguientes:
1. Falacia ad verecundiam: defender la conclusión apelando a alguien o algo que se considera una autoridad en la materia, pero son dar otras razones que la justifiquen.
2. Falacia ad hominem: pretender rebatir el razonamiento de otro o demostrar la falsedad de la conclusión a la que ha llegado, desacreditando a quien lo defiende.
3. Falacia ad populum: defender una conclusión sin justificarla, únicamente apelando a los sentimientos, emociones o prejuicios del auditorio.
4. Falacia ad ignorantiam: defender que algo es definitivamente verdadero (o falso) porque no podemos demostrar lo contrario.
5. Falacia ad baculum (o al garrote, como se conoce más popularmente). Se da cuando amenazamos o coaccionamos, en lugar de dar razones.
6. Generalización indebida: Inferir una conclusión general a partir de unos pocos casos que no son suficientes para justificarla. Por eso la consecuencia puede ser desmentida fácilmente con un contraejemplo.
7. Falsa causa: se da por correcta una causa insuficiente o simplemente equivocada. Normalmente se debe a que trata de concluir que una cosa es causada por otra sólo porque ésta la precede.
8. Falacias circulares: en ellas, la conclusión se apoya en una premisa que para ser verdadera depende de que la conclusión también lo sea. Así, la verdad de la premisa y la verdad de la conclusión dependen la una de la otra. Por eso se dice que cometen circularidad.

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Vamos ahora a hacer unos pocos ejercicios diciendo que tipo de falacia es cada uno de los argumentos:
1. No existen manchas solares, pues Aristóteles dice que los astros son de materia perfecta e incorruptible.
2. Lo han dicho en televisión, así que debe ser verdad.
3. Es falso que la mujer esté discriminada en la sociedad actual. Ya se sabe que las feministas son todas unas exageradas.
4. Prohibiremos la inmigración, porque no podemos consentir que los extranjeros roben el pan a nuestros hijos.
5. Ya que nadie ha demostrado válidamente que Dios exista, Dios no existe.
6. Este problema se hace así, porque si no, te van a suspender.
7. No corras tanto. Si te pillan, te pondrán una multa.
8. La merluza es ovípara, la rana es ovípara y el avestruz es ovíparo. Seguro que todos los vertebrados lo son.
9. Suspendí el examen porque antes de entrar en la clase se me cruzó un gato negro.
10. Las chicas son más inteligentes que los chicos porque sacan mejores notas.¿Por qué sacan mejores notas? Pues porque son más inteligentes que los chicos.
11. La Tierra se mueve porque nunca está quieta.
12. Usted no puede afirmar que mi acción es inmoral porque ha estado en la cárcel.
13. Juan dice que Miguel es un estafador. ¿Juan? Mira, ese mejor se calla, que yo lo he visto detrás de las niñas del colegio.
14. ¿Pedro dice que las condiciones de trabajo son peligrosas? ¡Qué va a decir ese, si es un comunista!
15. ¿Y tú me dices que beber es malo? ¡Si son las ocho de la mañana y ya estás como una cuba!
16. El purgatorio existe porque nadie ha demostrado lo contrario.
17. No hay vida en Saturno porque nadie ha demostrado que la haya.
18. La gente quiere ver telebasura así que es lícito poner la telebasura.
19. Esta película tiene que ser buena porque la ha visto mucha gente.
20. Siempre se ha hecho así.
21. Todo el mundo hace lo mismo.
22. La monarquía es una institución que está vigente porque es útil. De hecho, la prueba de que es útil es que todavía está vigente.
23. Todos los niños pelirrojos que conozco son traviesos, así que tu primo pelirrojo también tiene que serlo.
24. Ha dejado de llover porque el arco iris ha parado la lluvia al salir.
25. Puesto que nadie ha podido probar lo contrario, seguro que los extraterrestres existen.
26. En abril llueve, porque me lo ha dicho mi abuelo.
27. No es cierto lo que dice, porque es un mentiroso.

Utilidad de la Filosofía (Antonio Orozco)

Para qué sirve la Filosofía?

La FILOSOFIA (amor a la sabiduría) responde al deseo de saber. El de saber es un deseo que brota naturalmente del ser humano. Aristóteles decía que el alma es deseo (orexis). No es sólo eso, desde luego. Ni todo en la vida consiste en saber. La vida es también praxis, acción. Y, como el ser humano es tanto deseo de saber como deseo de praxis, un saber que no sirva para nada no interesa nada. A algunos filósofos les gusta repetir que la Filosofía no sirve para nada, pero esto es falso, a no ser que se trate de una falsa filosofía. Todo saber sirve para mucho. Quizá no de una manera inmediata, y desde luego, no para construir puentes, levantar edificios o descubrir nuevas fuentes de energía.

La filosofía no pretende enseñar a hacer zapatos, pero es capaz de descubir el más profundo por qué es conveniente fabricar buenos zapatos. Sin filosofía no conoceríamos el "sentido" último de la fabricación de zapatos, ni de nada. Porque no es algo que se pueda "ver" u "oir" en modo alguno.

¿Para qué sirven la Historia, el Latín, el Griego, la Filosofía, la Lengua, la Literatura? Son carreras muy bonitas, pero —algunos piensan— no sirven para nada útil. No sirven para construir rascacielos ni para curar un cáncer, ni para aumentar la producción de langostas.
La cuestión es: ¿para qué necesitamos un objeto que no sea útil? Bien. ¿Qué hay, por ejemplo, en nuestra sala de estar? Objetos que sirven para algo: sillas para sentarse, mesa, ceniceros, radiadores, etcétera. Pero también encontramos cuadros, esculturas, fotografías de parientes y amigos. ¿Para qué sirven todas estas cosas? ¿Qué se puede hacer con ellas? Aparentemente nada. ¿Para qué sirven? Para decorar. Aquí nos encontramos con un valor que no es inmediatamente útil, el decoro. (Alejandro Llano).

El ser humano es un ser teórico-práctico: no se puede amputar. Para que su acción le satisfaga ha de ser fruto de una buena teoría. No hay nada más práctico que una buena teoría, es decir, una buena ciencia de porqués últimos. Ganar dinero es un porqué inmediato. Pero no es un porqué último. Por eso no podemos evitar la pregunta: ¿Por qué ganar dinero?

En definitiva, ¿por qué vivir?, ¿porqué trabajar, por qué descansar, por qué?

¿Qué es lo que pretendo?
¿Qué sentido tiene todo esto?
¿De dónde viene mi vida? ¿A dónde va mi vida?
¿A dónde puede ir?
¿A dónde debe ir, para ir bien?
¿Tiene una finalidad?

¿Qué hace un ente cómo yo en un sitio cómo éste?

Si no sé contestar satisfactoriamente a estas preguntas, aunque sepa mucha matemática, biología, medicina, paleontología, economía, etc., no me conozco, es decir, soy un desconocido para mí mismo; y no sé siquiera para qué hago todo lo que hago. Necesito saber no sólo simplemente para saber, sino saber para qué sirve el saber. ¿Qué hago, qué voy a hacer conmigo mismo, con lo que sé y lo que puedo hacer?

Sólo el pensamiento filosófico puede responder a la pregunta por el sentido del vivir.

Cuando del hombre sólo se considera la fisonomía, la bioquímica, la anatomía, la fisiología, puede parecer que no es más que un mono evolucionado. Sólo se ha visto una faceta del ser humano y no se ha considerado la que más importa: la intelectual y libre, en una palabra, la dimensión espiritual. Es famoso un científico que después de hacer la disección de un cadáver, declaró que el alma no existía, porque él no la había visto. Es una manifestación de uno de los errores más corrientes en el mundo de los científicos: pensar que sólo es real lo que ellos perciben, experimentan y comprueban. Pero el universo está lleno de cosas que los científicos no pueden percibir en sus laboratorios o bibliotecas.

Si ahora tomamos un cilindro de un metro de diámetro y un metro de alto y lo proyectamos en dos planos, uno horizontal y otro vertical, ¿qué resulta?

Si nos fijamos sólo en la proyección, podemos llegar a la conclusión de que el cilindro en realidad es un círculo, aunque también un cuadrado. ¿Es posible que un círculo sea cuadrado? No parece, pues ni siquiera la cuadratura del círculo ha sido lograda hasta la fecha.

Si nos fijamos en secciones particulares del ser humano podemos llegar a conclusiones de lo más pintorescas. Las ciencias particulares son eso "particulares", contemplan sola una o algunos segmentos del ser humano o de lo que se trate. Nos pueden decir qué tiene el ser humano desde su punto de vista (orejas, huesos, músculos, células, átomos, etc.) Pero nunca podrán decirnos qué es el ser humano.

También se ha dicho que en el conocimiento de las ciencias experimentales (que -¡cuidado!- aquí no despreciamos, al contrario, lo estimamos en todo lo que vale, ni más ni menos) sucede como en el caso del análisis de elefante según se mire sólo un fragmento de pata, de rabo, de oreja, etc. Se llegaría a la conclusión de que el elefante es una palmera, un pteridáctilo u otro ente que no tiene nada que ver con el elefante.

Para saber lo qué son las cosas y cuál es el sentido de su existencia es preciso enfocarlas desde una perspectiva que pueda alcanzar su propio ser y esencia. Lo cual podrá vislumbrarse si contemplamos las cosas —y en particular al hombre— desde todos los puntos de vista posibles.

Entonces, una vez considerados todos los fenómenos (aspectos) a nuestro alcance, podremos aproximarnos al conocimiento de su naturaleza, es decir, de su esencia. Así llegamos a conocer al hombre con animal racional, es decir, como un ser que tiene mucho en común con los animales, pero que es infinitamente más que un animal irracional.

A esta conclusión sólo puede llegar una inteligencia que no se limita a ver, a palpar y a experimentar, sino que razona sobre los datos de la experiencia (lo físico) y saca conclusiones que la física no percibe, porque se refieren a realidades meta-físicas; es decir, a realidades que son más íntimas a las cosas que sus propiedades físicas y requieren, para ser desveladas, la aplicación y ejercicio del intelecto. Esto es precisamente lo que compete a la filosofía y más concretamente a la antropología filosófica.

En filosofía hacemos mucho caso de los datos que aportan las ciencias empíricas. Pero en todos ellos nos preguntamos: ¿qué es esto?, ¿cuál es su causa primera? ¿cuál es el sentido de su existencia?

Por eso cabe adelantar que la Filosofía es lo más vital que existe. «Vivir no es necesario, navegar sí», rezaba una inscripción en una nave griega. Consideraban que hay algo más importante que vivir: navegar, porque de la navegación dependía su riqueza y su poder. También se dice: primum vivere, deinde philosophare. Sí, para filosofar es necesario primero vivir y, por lo tanto, comer. Pero para vivir conforme a la categoría y dignidad del ser humano es necesario saber por qué vivir y cómo conviene vivir dentro de las diversas opciones que se me presentan.

La verdad del vivir, esto es, en síntesis, lo que ha interesado e interesa al filósofo; y es, en definitiva, lo que interesa a todo hombre que utilice con lógica el entendimiento.

La verdad: ¿qué es la verdad?, ¿es posible conocer alguna verdad?, ¿qué verdades es posible conocer? Son cuestiones netamente filosóficas. Se comprende pues que la filosofía sea el quehacer intelectual más importante para vivir conforme a la categoría y dignidad del ser humano.


Filosofía y vida

Ciertamente hay filósofos que sólo parecen ocuparse de problemas exclusivos de los filósofos y se despreocupan de todo lo que preocupa al hombre corriente. Pero, como dice Putnam, los problemas de los filósofos y los problemas de los hombres y las mujeres están conectados, y es parte de la tarea de una filosofía responsable hallar la conexión.

Todos tenemos nuestra teoría de la vida y del mundo, más o menos elaborada y definida, conforme a la cual, las más de las veces, actuamos. Quizá hemos dedicado muy poco tiempo a reflexionar y a construir nuestra propia teoría de la vida, pero contamos siempre con alguna. Casi todos los errores prácticos disponen de una filosofía (falsa, pero filosofía) propia, con sus manuales, sus profesores y hasta su tradición escolar.

Evidentemente, la manera que tiene la persona de tratarse a sí misma, a los demás, a las cosas propias y ajenas, así como los asuntos públicos, es muy distinta si se piensa, por ejemplo, que el hombre es simplemente un pez evolucionado que si se sabe que es un ser personal creado por Dios a su imagen y semejanza. La idea que cada uno se forja de "hombre" o "persona" influye decisivamente en su estado de ánimo y comportamiento. El hombre es un ser racional, un animal cuya actividad más específica es razonar, hallar los porqués de las cosas e inferir las consecuencias de unos principios adoptados, etcétera. Por eso sólo lo razonable da paz al espíritu.

El hombre siente la necesidad de respaldar con razones sus emociones, deseos, impulsos y acciones; y si no las encuentra y quiere seguir en la misma dirección de sus sentimientos, tiende a construir alguna teoría "vero-simil", que le tranquilice o acaso narcotice. Puede encerrarse en su subjetividad y negarse a reconocer la verdad de las cosas. Puede abandonar la verdad de las cosas para refugiarse en certezas meramente subjetivas, con el riesgo de caer en la soledad de aquel poeta que escribió estos versos:
En mi soledad
he visto cosas muy claras
que no son verdad.

Con "su verdad" subjetiva, el hombre se exculpa y se aquieta, al considerar que la conclusión es de una "lógica aplastante". En todo caso se ha optado por una idea —más o menos clara, más o menos verdadera— de hombre, de mundo y de Dios.

En resumidas cuentas, Filosofía significa enterarse del sentido de la vida humana. Y hay que captarlo también filosóficamente, razonadamente.

El hombre sin metafísica, sin respuesta a la pregunta de las preguntas, al porqué de todos los porqués, es un ser radicalmente inseguro y agobiado. Puede incrementar sin término su saber operativo (práctico), construir y manejar cosas, aparatos, instrumentos,... pero ¿para qué?.

Aunque llegase a dominar al universo: "¿para qué?". Acabaríamos preguntando, con el escepticismo de Lenin: "La libertad, ¿para qué?"; o con el de Pilato: "la verdad, ¿qué es la verdad?"; o con el tremendo pesimismo del ateísmo de un Jean Paul Sartre: "el hombre es una pasión inútil, el niño es un ser vomitado al mundo, la libertad es una condena"

La seguridad íntima, la paz interior que ya era objeto de preocupación por parte de los antiguos filósofos griegos, no se obtiene más que por el conocimiento metafísico de la realidad, que no es de carácter técnico. La técnica mantiene una elocuente amenaza a la supervivencia de la Humanidad, lo cual es una manifestación clarísima de su radical insuficiencia para resolver las cuestiones fundamentales de la existencia humana.
Queremos saber no sólo cómo son las cosas y cómo se comportan, y cómo puedo aprovecharme de ellas de un modo inmediato, sino qué sentido tienen para mí; qué puedo esperar de ellas en último término.

Lamentablemente, la sabiduría —como dice Carlos Cardona— ha sido sustituida por la técnica. La filosofía —en el sentido clásico del término— ha sido declarada inútil. Sin embargo, San Agustín afirmaba que la razón del filosofar está precisamente en la felicidad (nulla est homini causa philosophandi, nisi ut beatus sit). El hombre, nos atrevemos a decir, para ser feliz necesita filosofar. Porque ¿cómo se puede ser feliz sin saber de dónde vengo, a dónde voy, dónde me encuentro, qué sentido tiene mi vida, que va a ser de mí, qué caminos me pueden conducir a alguna parte?

Contemplar el mundo intentando captarlo en su totalidad, eso —dice Schumacher— es filosofar. Esto es indispensable para orientarme en el mundo. Pieper dice que la característica principal de toda pregunta filosófica es la de implicar una pregunta por el todo. "Todas las preguntas filosóficas ponen inevitablemente en cuestión el todo de la existencia. Y quien la quiera dsscutir habrá de declarar y poner sobre el tapete sus convicciones más íntimas y sus tomas de postura últimas".

Esto es inevitable también porque las objeciones que agresivamente se oponen hoy a la utilidad de la Filosofía implican una concepción global del mundo, del conjunto de la realidad y de la existencia.

CÓMO DEBATIR

La discusión en común nos permite no sólo expresar nuestras ideas, buscar soluciones juntos o pasar un buen rato, sino también aprender de las personas que nos rodean y conocer nuevos puntos de vista. Para que la discusión resulte provechosa es preciso realizar un trabajo previo de acuerdo a unas normas básicas:

1.Delimitación del tema. Es importante centrar la cuestión diferenciándola de otros temas afines, esto evitará discusiones marginales y pérdida de tiempo.

2.Recogida de información. Investigar sobre el tema y documentarse contribuirá a darnos una visión más amplia del tema y a apoyar nuestros argumentos.
Servirán datos estadísticos, testimonios de afectados e incluso experiencias propias.

3.Reflexión y análisis. Hay que analizar las causas y efectos, delimitar el problema filosófico y buscar posibles soluciones. Pensando sobre el tema y profundizando en la complejidad del problema hallarás tu postura o suspenderás el juicio pudiendo hablar del estado de la cuestión. Establecer dónde reside el problema o los posibles problemas para uno mismo aporta tanto o más al debate que posicionarse a favor de uno u otro bando.

4.Juicio individual. Expón con cuidado y con enunciados cortos las razones en las que basas tu opinión, hay que intentar que los argumentos sean coherentes entre ellos evitando contradicciones. Intenta encontrar posibles objeciones y contéstalas, de este modo tus argumentos quedarán reforzados.

5.Aportaciones durante el debate. En una puesta en común, algunos probablemente se opondrán a vuestras conclusiones, tendrán otros puntos de vista o encontrarán otros problemas. Hay que escuchar atentamente y coger apuntes, para después, teniendo en cuenta los argumentos ajenos, contestarlos, objetarlos, refutarlos y formular vuestras conclusiones definitivas.

6.Informe y reflexión final. En un debate hay tantos puntos de vista como personas participantes, contar cómo ha sucedido para ti el debate, qué aportaciones te han parecido más relevantes y qué cosas has aprendido de la situación, de la discusión y de tus compañeros, así como a cerca de la temática y el arte de filosofar es muy importante.

Para que la discusión sea enriquecedora y la calidad filosófica de nuestros debates vaya mejorando es necesario cuidar todos y cada uno de estos pasos, por eso será necesario que tu trabajo sobre el debate conste de tres partes fundamentales:

EL PLAN DE DEBATE:Pequeña introducción sobre el tema, delimitación del problema, postura y argumentos así como posibles objeciones y la respuesta a tales objeciones.

APORTACIONES: Objeciones que han hecho a tus argumentos, otros argumentos que refuerzan tu postura, conclusiones a las que has llegado durante el debate, etc.

INFORME Y REFLEXIÓN:Supone tu aportación final a la discusión a título personal, debes relatar cómo ha sucedido el debate para ti, qué cosas destacarías y qué sería importante tener en cuenta en otros debates.


El trabajo previo al debate es muy importante porque evita que se pierda la discusión en derroteros que no nos interesan, pero también en el debate hay que respetar unas normas básicas:

-Cuida la expresión oral y la claridad expositiva, hablar con propiedad, orden, alto y despacio.

-Escucha atentamente a tus compañeros y apunta las consideraciones pertinentes para acordarte de ellas cuando sea tu turno.

-Ten siempre en cuenta que el debate y la contrastación de opiniones y puntos de vista es siempre una fuente de enriquecimiento, que no se trata de convencer sino de ofrecer y aportar.

-No temas recurrir a ejemplos o situaciones que conozcas, a citar lo que hayas leído o películas, etc.

-Llevar bien el turno de palabra, para esto es muy importante coger apuntes de las aportaciones que queremos comentar cuando sea nuestro turno.

-El respeto y el tener en cuenta todas y cada una de las aportaciones sin minusvalorar otros puntos de vista u otras formas de pensar. Todas las ideas pueden justificarse con argumentos, y por lo tanto todas pueden refutarse de uno u otro modo, encuentra la manera filosófica de rebatir ideas sin faltar al respeto a las personas.

-Participar es muy importante, nuestra aportación puede resultar crucial para el transcurso de la discusión, si no he llegado a ninguna conclusión o no he encontrado argumentos para apoyar mi postura siempre puedo retomar la discusión en un punto que me pareció interesante, delimitar el tema, expresar mi conformidad o disconformidad con las formas de debatir o los contenidos expresados de otros compañeros, siempre de un modo correcto, por supuesto.

-Ser coherente a fin de cuentas estamos aprendiendo a filosofar y debemos hacerlo con propiedad, hay que intentar que nuestros argumentos sean coherentes entre sí y con los datos que aportamos.

-No temer cambiar de opinión o de ideas , las ideas nos ayudan a entendernos con el mundo, son un instrumento que utilizamos, si sabemos porqué hemos cambiado de idea y sabemos explicarlo no estamos contradiciéndonos sino demostrando nuestra capacidad de cambio, de aprecio por la razón y madurez.

CÓMO INVESTIGAR

Para investigar hace falta partir de una pregunta inicial, de un vacío de información... En nuestra vida cotidiana y académica se nos presentan dudas y problemas sobre temas específicos, palabras desconocidas, nombres de regiones y religiones ajenas a la nuestra y desconocidas, avances científicos y técnicos o antiguas maneras de contemplar el universo y la vida humana... Para ser un buen investigador lo primero que hay que saber cultivar es la curiosidad; todo es susceptible de llamarnos la atención y aquello que más desconozcamos será lo que más atracción tendrá para nosotros.

Una vez que hemos encontrado una pregunta que nos despierte interés y curiosidad es fundamental que empecemos a darle vueltas en la cabeza buscando posibles soluciones o caminos en los que encontrar las respuestas, es decir, tenemos que empezar a barajar hipótesis o allanar el camino para encontrarlas. Las posibles respuestas tienen que presentarse ante nosotros como un abanico de hipótesis que iremos desechando a lo largo de la investigación, por muy increíbles que parezcan algunas no debemos dejarlas de lado, sólo tienes que imitar a los grandes detectives: nunca descartan ningún sospechoso hasta que han investigado. Hay que dar rienda suelta a la imaginación para poder comenzar el sendero que nos llevará al conocimiento. Si uno no sabe nada del tema en cuestión debe acudir a un diccionario o enciclopedia; a partir de allí a un manual o libro de divulgación, después a revistas o libros específicos, siempre de lo más general a lo más específico, de forma que se vayan apareciendo ante nosotros, gracias a la investigación previa, las hipótesis que buscábamos.

Después hay que acudir a la realidad, a buscar datos, bien en la biblioteca, bien en internet, bien en la propia realidad, a buscar pruebas que puedan guiarnos para llenar el vacío de dudas que ha despertado nuestra pregunta inicial y el abanico de hipótesis que nosotros mismos hemos abierto ante nosotros. Hay que tener mucha capacidad de organización para que, guiándonos de las hipótesis que barajamos, seamos capaces de ordenar y clasificar todos los datos e informaciones que nos lleven a descartar o mantener las posibles respuestas a nuestra pregunta.

¿Cómo se buscan datos en un libro, en una biblioteca, en la red, o en la propia realidad? El procedimiento es bien distinto en unos casos y en otros, pero para todos ellos hay unas normas o protocolos, una determinada forma de enfrentarse a la tarea que nos permite acceder a la información de una forma rigurosa, evitando el desorden y el caos.

Un libro debe siempre empezar a leerse por el índice. Éste nos indica no solamente los contenidos que podemos encontrar en ese libro, sino también qué tipo de libro es el que tenemos delante. No encontramos el mismo tipo de información en todos los libros ni se leen todos igual, hay distintos tipos de publicaciones dirigidas a distintos públicos y escritas con lenguajes más o menos específicos con intenciones diversas.

En una biblioteca podemos encontrar todo tipo de publicaciones legales, publicar viene del latín y significa “hacer público”, no solamente publican las editoriales o los periódicos, también el Estado y los Gobiernos Autonómicos, las asociaciones y sindicatos, los alumnos y los profesionales de toda índole. El contenido de una biblioteca también está ordenado en un índice que se llama ISBN, en él están recogidas las categorías en las que están ordenados los libros.

Las publicaciones que podemos encontrar en una biblioteca son: Boletines oficiales en los que los organismos oficiales publican datos, resoluciones de interés para el ciudadano. Enciclopedias y diccionarios en los que se buscan palabras o conceptos por orden alfabético, éstos tienen una “entrada” en la que se explica más o menos exhaustivamente qué es tal palabra o concepto. La enciclopedia posee entradas mucho más extensas que el diccionario pero existen diccionarios enciclopédicos y específicos de cada materia ( diccionario de economía o de psicología) en los que se dan explicaciones muy completas. Al final a veces aparece un índice analítico en el que se recogen las palabras explicadas en la publicación con la página en la que se encuentra, esto se da especialmente en los diccionarios de autor. De la misma manera debe consultarse un atlas, buscando el lugar en el índice y acudiendo a la página y a las coordenadas que se indican en él. También encontramos Manuales y libros de texto son fáciles de identificar porque suelen tener el nombre de una materia o disciplina específica, por ejemplo: “Filosofía” o “Física y Química”, o “Fundamentos del Márketing”. De todas formas sabremos si lo es o no cuando consultemos el índice, éste tiene que tener los apartados que respondan de una manera amplia a qué es la materia en general. Por ejemplo, en qué consiste, cómo se ejercita o realiza, la historia de la disciplina, diversos enfoques, teorías o campos de investigación etc. A estos libros acudimos a recoger información general, están escritos en un lenguaje denso pero fácilmente comprensible por el lector no versado en la materia en cuestión, son libros de consulta, leemos solamente algunos capítulos ( a no ser que tengamos que examinarnos porque sea el libro de alguna asignatura que estemos cursando) y nos interesa especialmente la bibliografía que se cita al final de cada capítulo o en las notas a pie de página. Los libros que se citan en un manual suelen ser libros específicos, que tratan temas relacionados pero más concretos, y entre ellos tenemos que diferenciar entre Libros de divulgación y Libros científicos o especializados . Los libros de divulgación están escritos para el lector neófito en la materia, es decir, para el público en general (con curiosidad por el tema, por supuesto), suelen tener la letra más grande y están escritos en un lenguaje estándar. Los libros científicos se reconocen enseguida porque no utilizan un lenguaje tan accesible ya que están plagados de tecnicismos que podremos comprender cuando tengamos un conocimiento amplio sobre la materia. En una biblioteca también encontramos Revistas en la hemeroteca, las revistas son publicaciones específicas de diferentes colectivos ( científicos, alumnos, vecinos, ONG) en las que podemos encontrar artículos de interés para personas de tales colectivos o con curiosidad por su actividad, o de editoriales o grupos editoriales que van destinadas a determinados públicos, por ejemplo revistas de moda, o para el ama de casa, o de informática. En la hemeroteca podemos encontrar diversidad de periódicos y revistas en las que consultar sobre asuntos de especial actualidad o fácilmente explicado para el público en general. También y no menos importantes son los Libros de literatura poesía, teatro, novela o cuentos a los que acudiremos para disfrutar del arte del lenguaje, y las Biografías que nos informarán sobre la vida de artistas, genios o personajes ilustres. Existen también Compendios bibliográficos donde se incluye toda la bibliografía disponible sobre determinados temas o las colecciones que ofrecen las editoriales.

En la biblioteca también puedes consultar internet, siempre que sea durante menos de un cuarto de hora, pero si hay cosas con las que tenemos que tener cuidado siempre al investigar, más lo tenemos que tener con la red . Informar no es comunicar, lo importante antes de buscar información es tener claro qué busco y qué pretendo conseguir. Internet es una inmensa biblioteca desordenada y hay que tener claro dónde y cómo buscar, pero sobre todo saber qué se busca y para qué.

Cuando buscamos en internet tenemos que pensar qué tipo de información es y qué páginas web pueden aportarnos esa información, por ejemplo, si buscamos algo referido a educación lo mejor es que empecemos apuntando organismos o instituciones educativas, el MEC, la UNED, la página de la Consejería, etc.

El protocolo de internet (Hipertext Transfer Protocol http::// es lo que internet utiliza para interpretar la información y normalmente los navegadores lo introducen por defecto, después normalmente se introduce www, aunque no es estrictamente necesario, los puntos introducen nuevas jerarquías de dominio, así que lo normal es introducir seguidamente las iniciales o el nombre de la institución seguido de un punto y .es, o .com, .net, .org etc. Si aún así no encontramos la página habrá que acudir a un buscador.

Para encontrar algo en un buscador hay que tener también en cuenta qué tipo de información queremos buscar, si no lo tenemos muy claro, o queremos una aproximación al tema podemos empezar con los índices jerárquicos de yahoo, terra o eresmas donde los contenidos se agrupan por temas (según criterios de la compañía propietaria, of course). Sin embargo, si lo que queremos es una búsqueda exhaustiva hay que acudir a motores de búsqueda, como por ejemplo, Alltheweb, que es una base que realiza búsquedas exhaustivas y responde a necesidades informativas muy específicas. Otros buscadores muy potentes son hispavista o google. Existe en internet una guía muy útil realizada por Antonio Vicent para orientar al usuario en procedimientos de búsqueda: http://www.wfs.vub.ac.be/schools/timeline/search/index.html

En los buscadores más conocidos suele aparecer antes del directorio temático, una caja de búsqueda, donde se deben introducir las palabras clave que definan el interés de búsqueda. Por eso hay que tener claro qué se busca y qué palabras pueden estar relacionadas si los resultados de la búsqueda no son satisfactorios. También podemos seleccionar el idioma o acotar la fecha, con lo que se filtran los resultados.

Es conveniente acudir a la ayuda de un buscador para conocer qué operadores utiliza, de manera que sepamos si busca en los títulos de las páginas en su interior o sólo en la dirección y cómo lo hace. Hay operadores que suman las palabras, s decir que buscan páginas que incluyan todos los términos especificados simultáneamente. Hay otros que localizan las páginas que contengan al menos uno de los términos especificados, con lo que normalmente nos aparece una lista interminable de direcciones que no nos interesan y que tenemos que filtrar nosotros mismos, todo esto nos será explicado en la ayuda, en ella se nos dirá que símbolos tenemos que introducir entre las palabras para conseguir nuestros fines más eficientemente.

BUSCAR EN LA RED
► Definir claramente el área de interés y concretarla en términos precisos, apuntando las ideas y palabras relacionadas con el tema, e ir introduciendo en el buscador desde la más precisa hasta las relacionadas nunca simultáneamente en caso de que los resultados no sean los esperados. Para ello es útil informarse antes mínimamente sobre el tema buscando en enciclopedias, libros de consulta, etc.
► Establecer cuál es el objetivo prioritario de la búsqueda (comercio, investigación, educación, ocio, etc.)
► Si se trata de una materia específica dirigirse a un buscador temático ( caja de búsqueda), si no, es preferible empezar por un directorio de carácter genérico (lista de materias).
► Si se busca una página concreta se puede intentar teclear la página en forma de dirección.
► Para guardar información gráfica desde una página hay que situar el puntero sobre la imagen y pulsar el botón derecho del ratón, se despliega el menú y se da en la opción guardar imagen. Igualmente, seleccionamos el texto que pretendemos copiar en un archivo y abrimos el menú con el botón derecho seleccionando copiar texto.
► También podemos descargar archivos al disco duro, la misma página nos ofrece esta opción, de forma que podamos consultar los archivos sin conexión posteriormente.

EL COMENTARIO DE TEXTO PASO A PASO

EL COMENTARIO DE TEXTO PASO A PASO

Comentar un texto filosófico supone entender qué quiere decirnos el autor, a qué le da importancia, interpretar lo que nos comunica y filosofar sobre ello. No es una tarea fácil, pero vamos a ir desglosándola de forma que puedas ir paso a paso aprendiendo cada una de estas artes.

1.LECTURA COMPRENSIVA, IDEAS FUNDAMENTALES: Realizar una lectura atenta del texto no significa recorrer con la mirada cada una de las palabras y pronunciarlas en nuestro interior sino comprender realmente qué estamos leyendo. Comprender un texto filosófico no es fácil, por eso te damos algunos consejos sobre cómo enfrentarte a ello:

-PRIMERA LECTURA Una lectura rápida nos dirá DE QUÉ VA EL TEXTO si habla de la naturaleza, de la libertad, de la ecología, etc.

-PREGUNTARLE AL TEXTO: qué nos quiere comunicar acerca de esa idea básica que ya hemos detectado.

-SEGUNDA LECTURA: De ella extraeremos las ideas fundamentales que nos expone el texto una por una.

-MAPA CONCEPTUAL: elaboraremos un mapa conceptual con las ideas fundamentales que establezca las relaciones entre los conceptos que se exponen en el texto cuyo lugar central será la idea clave que encontramos en nuestra primera lectura.

-DETECTAR EL PROBLEMA DE FONDO: Una vez que tengamos la idea fundamental del texto localizada y expresada en una frase, (es decir, que con ayuda del mapa conceptual consigamos sintetizar en una frase la intención del autor) podremos con un poco de pericia (que es entrenable) detectar la pregunta a la que quiere contestar el texto.

2.ANÁLISIS FORMAL: En este apartado daremos sólo importancia a los aspectos formales del texto, tendremos en cuenta el vocabulario y el orden en la argumentación, cómo expone las ideas etc, si realizamos este trabajo con rigor y seriedad nos daremos cuenta de muchas cosas que se nos habían pasado de largo en las lecturas anteriores, para ello también facilitamos una serie de consejos prácticos:

-PALABRAS CARÁCTERÍSTICAS: seguramente el texto contiene una serie de palabras que bien pueden ser tecnicismos o palabras típicas del lenguaje político, o quizás palabras con doble o triple significado, rimas o conjuntos de palabras que dan a entender diversos significados y que transmiten una serie de cosas. Es conveniente que realices una descripción de todas estas cuestiones.

-ESTRUCTURA DEL TEXTO: no todos los textos tienen la misma forma. Cuando aprendas lógica te darás cuenta de que la forma de argumentar y de exponer las ideas también influye a la hora de conservar la verdad de un argumento, pero también a la hora de convencer o persuadir, como observamos en la publicidad diariamente. No es lo mismo un aforismo que una disertación, que un ensayo, pero tampoco la defensa de una tesis que la refutación de objeciones o la demostración deductiva o inductiva de las cosas. Determinar qué clase de estructura argumentativa tenemos delante también nos enseñará numerosos matices.

3.ANÁLISIS DE LOS CONTENIDOS: Esta es la parte más interesante y en la que más se aprende, no debemos tener nunca pereza en realizar todo lo anterior, porque todo el trabajo previo nos asegura que este vamos a realizarlo bien. Los pasos a seguir aquí son:

-INVESTIGACIÓN HIPERTEXTUAL: Se trata de buscar las palabras clave que teníamos detectadas y relacionadas en el mapa conceptual y buscar información sobre ellas, igual que si el texto estuviera colgado en una página web y pudiésemos entrar en los enlaces más interesantes. Después de recoger la información es muy importante que valores los enlaces y pongas en cuestión lo que comunica el texto teniendo en cuenta la nueva información.

-CONTEXTUALIZACIÓN: Es importante que determines la fecha o época en la que pudo ser escrito el texto y que investigues en alguna enciclopedia o libro de historia algo sobre la época. Seguramente, esto también te va a aportar mucha información relevante, igualmente sería conveniente que leyeras algo a cerca del autor o autores y de su vida, esto te llevará a numerosas reflexiones.

-REFLEXIÓN EN EL TEXTO, BÚSQUEDA DE RELACIONES: a la luz de la nueva información seguramente se te abrirán numerosas reflexiones que te llevarán a relacionar ideas que aparecen en el texto con cosas que tu ya sabías o que estás aprendiendo o que te gustaría aprender. Por ejemplo, si el texto habla del sentimiento religioso, a lo mejor aparecía una palabra relacionada con el judaísmo, al investigar descubres cosas sobre esta religión y se te ocurre relacionarla con la tuya.


Igualmente determinar el origen histórico de la reflexión te llevará a considerar su importancia en la historia y en la obra del autor. Hay reflexiones que pueden parecernos perogrulladas ahora mismo pero que en el momento en el que se formularon fueron revolucionarias y puede ser revelador para nosotros descubrir que la humanidad vivió siglos y siglos sin ellas, (por ejemplo, sin formular los derechos humanos).

4.SÍNTESIS: Aquí retomamos la exposición de la intención del autor, de la inquietud que manifiesta o la idea central del texto, la exponemos y ahora sí, estamos en disposición de valorar la actualidad de la reflexión, considerar su importancia, su belleza, su dificultad etc.

5.COMENTARIO CRÍTICO: La síntesis nos permite recuperar el hilo de lo que estábamos intentando comprender, ahora es el momento de interpretar, de valorar, de entresacar las implicaciones y consecuencias del texto y los supuestos en los que se basa. Hasta ahora todo el análisis ha pretendido objetividad, se ha fijado en lo que dice el texto y en su forma pero sin establecer interpretaciones subjetivas, es en este apartado cuando relacionas las ideas, no con otras ideas sino con las tuyas, no expones y describes, sino que interpretas. ¿cómo enfrentarte a esta labor tan divertida pero ardua en un principio?

-CÓMO ARGUMENTA: Aquí debemos hacer una reflexión sobre el modo de argumentar, si nos parece definitivo o no, si nos convence o no y por qué.

-DESGLOSAR LAS IDEAS: A lo mejor no estamos de acuerdo con todas las ideas pero sí con la mayoría, es conveniente exponer con cuáles sí y con cuáles no y por qué.

-SUPUESTOS E IMPLICACIONES: a lo mejor las ideas que contiene el texto nos parecen bien pero tienen unas consecuencias que no nos parecen deseables, o quizás, nuestro desacuerdo, o acuerdo reside en los supuestos o premisas de los que parte; no está de más que especifiquemos todo esto.

-QUÉ OPINIÓN NOS MERECE: En el primer apartado habíamos establecido la pregunta a la que intenta contestar el texto, ¿cómo contestaríamos nosotros? ¿nos parece fácil o difícil contestar?, eso sí, cualquier reflexión o exposición de las propias ideas debe ir acompañada de porqués, de razones, las cosas nos parecen bien o mal por algo, nos gustan o nos disgustan con o sin razón, pero si no hay razón hay sentimientos y hay que hacer un esfuerzo por describirlos.

REDACCIÓN FINAL
A medida que has ido descubriendo y desentrañando los matices y recovecos del texto seguramente has ido tomando notas, es conveniente que ordenes todo lo que has recogido y argumentado, redactándolo con cuidado, ordenándolo y revisándolo de modo que finalmente quede con una estructura parecida a esta,


INTRODUCCIÓN: En ella se expone la idea fundamental que expresa el texto y la pregunta a la que quiere contestar.

CONTEXTUALIZACIÓN: Es importante centrar al lector en la época y el autor.

ANÁLISIS FORMAL: Descripción de los elementos característicos y de la forma argumentativa.

ANÁLISIS DE CONTENIDOS: Aportar información y establecer relaciones.

SÍNTESIS: Expresar la idea fundamental a la luz de las nuevas informaciones.

COMENTARIO CRÍTICO: Expresar con rigor y propiedad la propia opinión que nos merece el texto y la interpretación que le damos.

sin que aparezcan los epígrafes ni los pasos, sino que sea una reflexión fluida con coherencia entre los apartados.

TODOS Y CADA UNO DE ESTOS PASOS REQUIEREN ENTRENAMIENTO Y TENACIDAD, PERO SI EMPRENDES LA TAREA CON CUIDADO Y ATENCIÓN LLEGARÁS A SER UN ESTUPENDO COMENTARISTA, INTERPRÉTE Y FILOSOFO /A. ¡ SUERTE Y ÁNIMO!.

martes, 29 de junio de 2010

¿Habremos llegado a la postfilosofía? (Rafael Grillo)

¿Habremos llegado a la postfilosofía?
La odisea de la disciplina del pensamiento en los albores del siglo XXI

Ciento treinta años después de que Nietzsche se planteara el sentido de la filosofía, esta ciencia que pretende interpretar al mundo sigue sin descubrir su significado y sentido para la mente humana. Unos filósofos han optado por vulgarizar esta disciplina y otros han renunciado a que pueda ser entendida por la sociedad, aumentando la polémica sobre su naturaleza sin por ello dar nuevas respuestas a las más antiguas preguntas. ¿Habremos llegado a la «postfilosofía»? Por Rafael Grillo.


“¿Cuáles son los efectos del filósofo sobre los no filósofos? ¿Qué nos ha ofrecido la filosofía? ¿Qué nos puede ofrecer hoy?”, escribía Nietzsche en 1873. El eco de su pregunta sigue rebotando hasta los albores del siglo XXI.

Los filósofos de siempre han sostenido la dignidad de la filosofía con el argumento que la propiedad humana de filosofar, en su intento de aprehender conceptualmente la realidad, es la fuente del desarrollo de la cultura y, por tanto, la base de aquello que distingue radicalmente al hombre de la naturaleza.

Pero los filósofos actuales encuentran más difíciles condiciones para defender la magnificencia de su disciplina por el desafío que lanzan el pragmatismo de la vida moderna y las contundentes respuestas de la ciencia más actual.

También los cataclismos políticos de la década pasada, la rendición de las estructuras económicas a los mecanismos de mercado capitalistas y la globalización en todos los ámbitos del desempeño humano, son hechos que se adicionan a la demanda de explicaciones que, se supone, brindaría una forma de saber cuya autodesignada misión es comprender el mundo.

Incisiva polémica

Abocada a reflexionar sobre sí misma y sobre el papel que le corresponde en el contexto contemporáneo, la filosofía ha buscado derribar los prejuicios de su inutilidad y su inaccesibilidad, queriendo demostrar así que nada humano le es ajeno y que puede servir, por tanto, de orientación en los terrenales problemas, para participar en la instrucción general de la sociedad, y hasta para competir con otros medios de esparcimiento.

Sin embargo, las opciones que está ofreciendo hoy la filosofía han abierto una incisiva polémica. De un lado, estarían los que se manifiestan a favor de que los serios pensadores se vistan de paisanos y salgan a la calle a exponer con las palabras de este mundo sus profundas disquisiciones.

Del otro, los que defienden la imposibilidad de traducir al lenguaje mundano esas elucubraciones herméticas, que se refieren a las verdades últimas sobre el destino humano, las actitudes ante la vida y la muerte, la virtud y el vicio, la libertad o su carencia, la existencia de Dios y la finalidad, posibilidades y límites de los conocimientos de los hombres.

Tres tendencias, al menos, pueden identificarse hoy, dedicadas a la difusión del pensamiento filosófico, donde lo vinculan estrechamente a lo que ha sido dado en llamar “cultura de masas” .

Narrar la filosofía

En 1980, un teórico con bien ganada fama en el campo de la semiótica, desconcierta al mundo debutando en la ficción literaria con El nombre de la rosa. Combinando el género histórico con los recursos de la novela gótica y el policial a medio camino entre Chesterton y Conan Doyle, Umberto Eco logró convertir en best seller universal a su argumento ubicado en una abadía del siglo XIII, donde se reúnen las facciones contrarias de franciscanos y partidarios papales y cuya biblioteca atesora el facsímil único de una obra de Aristóteles propensa a desatar crímenes y pasiones pecaminosas.

Pero lo que nos interesa del hecho es que el autor italiano se las haya ingeniado para hacer pasar gato filosófico por liebre literaria; ya que lo que sostiene el artificio novelesco es la subtrama intelectual del enfrentamiento entre “nominalistas” y “realistas” donde se define el fin de la escolástica medieval y el ascenso del pensamiento filosófico moderno gracias al “navajazo” asestado por Occam, cuyos presupuestos ponía el autor en boca del protagonista Guillermo de Baskerville.

Posteriormente, en 1991, aparecía El mundo de Sofía, un libro cuyos ratings de venta sorprendieron porque se trataba de un recorrido por la historia de la filosofía occidental desde los pre-socráticos hasta Sastre.

Jostein Gaarder , su autor, había tenido la astucia de disfrazarla mediante una trama a lo Michael Ende, en la que un enigmático personaje envía mensajes con elevadas preguntas a una adolescente turbada por el misterio que rodea a la ausencia de su padre. De tal modo lograba convencer que los grandes pensadores, desde su aparente torre de cristal, intentan responderse las mismas preguntas sobre la vida que atormentan a cualquier chico de barrio.

Pacto entre la filosofía y la literatura

Estos dos ejemplos hablan de que la filosofía pacta con la literatura de ficción para abrirse paso hacia un mayor número de consumidores de las ideas que ha elaborado a lo largo de su historia. Algo que, a decir verdad, no es nada absolutamente novedoso, sino que continúa una línea que ya inaugurara Platón en la antigüedad al dar envoltura literaria a su pensamiento en los famosos Diálogos.

Tampoco la distinción entre filosofía y literatura puede ser muchas veces mantenida en un sentido radical, porque la historia de la filosofía no se desenvuelve en el interior de la cabeza de los protagonistas filósofos, sino que toma igualmente a la escritura como medio de expresión. Aunque más constreñida la filosofía por la pretensión de veracidad que la literatura, están necesitadas ambas de coherencia y lógica en función de la eficacia comunicativa, y son arrastradas parejamente por la seducción del ideal estético.

El pensamiento no aspira solamente a presentarse de modo ordenado, también quiere hacerlo de manera bella. Y hace participar entonces en su exposición a aquellas operaciones del intelecto, como la intuición y el “instinto”, que pueden ser consideradas erróneamente privativas de las artes. De ahí el reclamo que hace el español Eugenio Trías de “entender la filosofía como una de las bellas artes; como aquella que logra aunar la pasión por la verdad con la aspiración a la belleza” .

Albert Camus, autor a la vez de novelas como El extranjero y excelentes ensayos filosóficos como El mito de Sísifo, veía la filosofía y la literatura como formas de conocimiento del mundo, como disciplinas afines que el hombre utiliza para “comprender y amar”, interpenetradas por similar sentimiento de angustia, y mencionaba a Kafka, Dostoievski, Stendhal o Melville como auténticos “escritores filósofos” .

Salir de la caverna

Claro, que no se trata aquí de comparar a Umberto Eco o Jostein Gaarder con los ilustres nombres anteriores. Además, ellos forman, en un sentido estricto, una camarilla diferente: la de los “filósofos escritores”. Tampoco podrían igualarse a Sartre o Kieerkegard porque sus ficciones son “divulgadoras” del pensamiento filosófico y no exactamente vehículos literarios para tramitar ideas propias. Y, para colmo, hay muchas personas que consideran sobrecargadas las novelas de Eco, mientras otro tanto piensa que El Mundo de Sofía es una vulgarización infantil de la historia de la filosofía. Ante lo que el noruego y el italiano seguramente responderían a dúo, remedando a Galileo: “Pero se leen”.

“Usted seguramente no tiene tiempo ni ganas de leer los grandes libros filosóficos. Le gustaría haberlos leído, haber reflexionado sobre ellos, tener ideas profundas y críticas, pero le falta tiempo, le faltan ganas, el trabajo le cansa demasiado y las obligaciones familiares se lo impiden. Sin embargo, usted es culturalmente inquieto” . Los nuevos tiempos ya traen soluciones para eso al alcance de su mano.

En tan sólo 250 páginas, el profesor universitario británico Nigel Warburton logra con La caverna de Platón comentar 24 de los más grandes libros filosóficos de todos los tiempos. Dedica cada capítulo a una obra, expone sus temas principales, hace un breve comentario crítico, y adiciona una cronología, un glosario y una lista de lecturas suplementarias.

Mientras, Francisco Jiménez Gracia ha optado con La leyenda dorada de la filosofía por hacer que el lector “pase un rato agradable” y, como si fuese una colección de relatos, la muerte de un filósofo es el punto de partida en cada uno de los capítulos y a partir de ahí se rastrea entre las ideas del finado para encontrar las claves intelectuales de su fallecimiento.

Entrenamiento cerebral

Su intención no es solo enseñarnos que los grandes del pensamiento fueron consecuentes hasta el final, sino también, con una gracia que hace honor a su apellido, nos descubre que “la historia de la filosofía chorrea sexo, violencia y comicidad y podría servir como fuente de inspiración a los guionistas del cine comercial”, puesto que por ella han desfilado “filósofos envenenados, degollados, suicidados, triturados, capados y hasta uno que murió de un ataque masivo de ladillas”.

Consciente de que puede provocar escozor “entre los filósofos académicos, que si de algo pecan es, precisamente, de carecer de sentido del humor”, Francisco Jiménez argumenta todo el tiempo que su libro es una declaración de fe en la filosofía, a la que llama un “mente- building, como hacer pesas con el cerebro, un entrenamiento que nos hace más listos y mejores personas”.

Los dos casos anteriores representan una manera de divulgar la historia del pensamiento filosófico que estaría justificada por el imperativo de ajustarse a los condiciones del hombre moderno, necesitado de productos intelectuales atractivos y que le demanden bajo consumo de tiempo.

Aunque a primera vista parece provechoso que se reconozca en los filósofos a tipos que viven y mueren como cualquier gente normal y se nos propongan resultados máximos sin tanto esfuerzo; surgen objeciones como las de Luis Fernández-Castañeda: “Vendéis una ilusión” porque el verdadero saber siempre implicará tiempo y dedicación. “Pronto tendremos un parque temático dedicado a la filosofía, la sociedad ya está echando los cimientos. Nosotros preferimos bajar a la caverna, aunque nos llamen cavernícolas”, argumentan amargos.





Filosóficamente se vive mejor

Pero además de sabias recetas para obtener triunfos materiales y prestigio social, también la filosofía puede ofrecernos un surtido variado de recomendaciones para enseñarnos a sobrellevar las angustias de la vida cotidiana y resolver conflictos existenciales, conducirnos a la felicidad o mejorar nuestras relaciones con los demás.

Así describe esta nueva opción Rodrigo Fresán: “Atrás han quedado los primitivos manuales de autoayuda escritos por advenedizos del slogan eficaz luchando por sus quince minutos de fama como médicos brujos de la aldea global. Ahora la cosa se ha vuelto más interesante, sofisticada, de alto vuelo.

Ya no se trata de hacer sonar complejos y con muchas páginas los lugares más comunes sino de simplificar el ideario de los grandes pensadores y hacerlo entrar en el espacio más breve posible. El mundo de las grandes ideas a la altura del hombre pequeño. La filosofía como decálogo existencial para el bolso de la dama y el bolsillo del caballero” .

El consuelo de la filosofía

Un representante de esta corriente es Las Consolaciones de la Filosofía, donde el investigador londinense Alain de Botton se plantea “un retorno a las fuentes: arrebatar la filosofía a los teóricos de la academia y devolverla al terreno de lo cotidiano para utilizarla como una herramienta idónea para buscar y encontrar la sabiduría” y fusiona en su libro los propósitos del manual de autoayuda con la divulgación filosófica .

Apoyándose en seis pensadores, Alain va señalando problemas fundamentales de la condición moderna y busca su solución en enseñanzas del pasado. Sobre la "Impopularidad" nadie sabe más que Sócrates, "No tener dinero suficiente" amerita seguir el ejemplo de Epicuro, la especialidad de Séneca es la "Frustración" , Montaigne nos ayudará con la "Incapacidad", el indicado para asumir el “Rechazo Amoroso" es Schopenhauer y Nietzsche dirá como afrontar las "Dificultades".

La preocupación ética, la creencia sincera en la filosofía, el estilo franco donde se mezclan detalles triviales de la vida cotidiana con los conceptos más elevados, la prosa brillante y el tono irónico, son algunos de los encantos de un libro que hasta el momento ha corrido mejor suerte entre los críticos que otros ejemplares de similar especie como Más Platón y menos Prozac .

El “buque insignia de un nuevo movimiento terapéutico cuya originalidad consiste en reivindicar las virtudes curativas de la filosofía” se le debe al también inglés Lou Marinoff.

Cauces presentes y futuros

En Más Platón..., observa las enfermedades del alma desde un ángulo filosófico, y se vale de casos concretos para ejemplificar como procedería un terapeuta o asesor filosófico a la hora de ofrecer al sujeto “la posibilidad de realizar una completa deconstrucción y reconstrucción terapéuticas de la razón, de brindarle un modo de ver el problema que le ayude a salir del bloqueo en que se encuentra”.

El objetivo de Marinoff es evidentemente práctico. Su intención no es hacer justicia a la filosofía, sino utilizarla. Y para que ejerza su función terapéutica, lo que hace falta es que el sujeto la entienda y la pueda aplicar a su caso concreto. Él invita a dar espacio a una “filosofía aplicada”; del mismo modo —dice para convencernos— que hay matemáticas o física pura y aplicadas, ambas con un status reconocido en las universidades.

Pero entre los defectos del libro están su excesivo tono propagandístico, las simplificaciones, su puritanismo y un eclecticismo filosófico irresponsable hacia la cuestión de la verdad, como si valiera recoger de aquí y de allá en el pensamiento humano todo lo que nos parezca aprovechable para sacarlo de la manga en el momento oportuno.

Además, su propuesta, en definitiva, lo que hace es traernos a la mente la dolorosa imagen de la anciana y respetable filosofía, lanzada de pronto al congestionado «mercado del alma» para competir contra todos aquellos más avezados y que llegaron antes: psicoanalistas, adventistas, especialistas en terapias cognitivas o de grupo, católicos, budistas o elegidos de la secta Moon.

Lo más importante que nos deja una obra como esta es reconocer, detrás de ella, cuán urgente palpita la pregunta sobre qué nos puede ofrecer la filosofía y cuáles son sus cauces presentes y futuros. Quizás fue por eso que un filósofo de la reciedumbre de Fernando Savater escribiera la prédica aleccionadora de un padre hacia su hijo de modo que puedan entenderla los adolescentes. Este enemigo mortal del pensamiento light y la banalización cree, sin embargo, en la función formadora de la filosofía y con Ética para Amador quiso estimular el desarrollo de librepensadores; apuntándose así a esta corriente donde se asegura que la filosofía puede enseñarnos a vivir.

El porvenir de la filosofía

Regresemos entonces a la duda de Nietzche con que iniciamos. Otro posthegeliano ilustre, Carlos Marx, la respondió elevando al máximo la responsabilidad de la filosofía cuando enunció que los filósofos no debían conformarse con interpretar el mundo, sino ayudar en su transformación.

El impulso marxista y sus lúcidas disecciones del capitalismo de su tiempo propiciaron el desarrollo de la Internacional Comunista y fueron la fuerza motriz de la revolución proletaria de 1917 en Rusia.

El mismo Nietzche y un descendiente, Heidegger, serían asumidos como ideólogos de la funesta aspiración hitleriana de proclamar Superhombres a los arios que desencadenarían la Segunda Guerra Mundial.

Los movimientos contraculturales de los años 60 se inspiraron en la prédica de la Escuela de Frankfurt, sobre todo en el Herbert Marcuse de El hombre unidimensional. Hasta Jean Paul Sartre, el existencialista, puso su ideario del lado de la dialéctica que impelía a concebir la continuidad de la historia.

Así, durante más de la mitad del siglo XX, para bien o para mal, participarían los filósofos en la aventura de intentar la demolición de las estructuras existentes en la sociedad y su sustitución por otras nuevas.

Luego el frenesí se opacaría, la decepción generada por las deformaciones de la teoría de Marx que la versión estalinista impuso en los países del socialismo real hicieron a los filósofos sentir la nostalgia de la ciencia pura y encontraron en los hallazgos de Ferdinand de Saussure y Lévi-Strauss, representantes de la corriente “estructuralista”, el paraíso de objetividad anhelado.

Visión congelada

De vuelta a una visión congelada de la historia, ensimismada en paradigmas alejados de las urgencias de la realidad, la filosofía comulgaría con el poder y dejaría listo el camino para el atropellado grito del Fin de la Historia lanzado por Francis Fukuyama (1989) , réplica de la llegada al reino conciliador entre libertad y necesidad, que anteriormente forzara Hegel en la Fenomenología del Espíritu provocando toda la reacción posterior.

Por el camino, el ascenso de los postmodernistas, Derrida, Lyotard, Vattimo and Co., desde una postura aparentemente crítica respecto a los ideales enmohecidos de la caduca modernidad, con el enunciado de la “crisis de los metarrelatos” , la desconfianza absoluta en el pensamiento sistémico y, más allá, en el poder fundante de la razón, ha contribuido a generar esa brecha de atomización, vacío ideológico y de valores por donde se cuelan los nuevos «géneros filosóficos» que aquí se han expuesto, ofrecidos como una respuesta a la necesidad siempre latente de los seres humanos de explicaciones y soluciones intelectuales a las carencias de sus vidas .

Y su mayor capacidad de seducción reside en que lo hacen alojándose en aquello que parece ser ahora tierra de nadie y, sin embargo, compete a todos: la Ética, el terreno que regula la postura del individuo ante sí mismo, la sociedad y los otros, donde se da sentido a la vida, se fundan las aspiraciones y se toma conciencia de sus límites.

La Ética, echada a un lado por la ciencia, amparada en su supuesta neutralidad y absorbida por la racionalidad instrumental; olvidada por la racionalidad política que todo lo supedita al ensanchamiento de la hegemonía; y estorbo para la lógica de la economía, sostenida en la competencia, la supervivencia del más capaz y la estimulación del consumo.

Muertes trágicas

¿Y dónde mejor para encontrar asideros que en los divinos griegos y genios del pasado? Ante un mundo que parece herido de muerte, y definitivamente abandonado por Dios o cualquier otra trascendencia, se activa la nostalgia y cualquier tiempo pasado parece mejor.

“El humanismo de nuestro tiempo debe mirar hacia el futuro retomando la unidad originaria de la vida y el pensamiento griego” . Ahora resulta, si seguimos a Botton, Jiménez Gracia y otros, que los ingeniosos habitantes de la Hélade...esos sí sabían vivir. ¿Y si fuera que ha llovido tanto de entonces acá que no es posible ya escuchar sus quejas?

¿No resulta significativo que la mitad de los virtuosos escogidos para Las consolaciones de la filosofía tuvo una muerte trágica? Sócrates fue condenado a muerte por sus compatriotas atenienses, Séneca se suicidó y Nietzche terminó sus días en la más profunda locura.

Y más ejemplos de muertes antinaturales se recogen en el propio libro de Francisco Jiménez Gracia: Averroes también falleció aquejado de una dolencia psíquica; el fin del religioso Guillermo de Occam fue precipitado por la peste negra. Y Abelardo padeció la “muerte en vida” por la frustración de su intenso amor hacia Eloísa y la castración que le infligiera el padre de la joven.

Por supuesto que no tiene nada de malo que aprendamos de la preferencia por la vida simple de Diógenes o el culto a la amistad de Aristóteles. Lecciones de cómo aprender a convivir con los otros serán siempre útiles; además de que parece una necesidad, en esta época de temores a conspiraciones en la sombra, que la filosofía se convirtiera en “un asunto de interés público que se debate en el ágora”.

¿Habremos llegado a la «postfilosofía»?

Sin embargo, nace la duda... ¿Acaso para imitar a Sócrates, y su viril consecuencia hasta la muerte, debemos como él bebernos la cicuta? Ahora que se nos brindan cómodos remedios contra el malestar, la infelicidad y la ignorancia, ¿no se nos estará preparando de paso para una nueva forma de conformismo?

Por otra parte, la mayoría de estos libros no escapan a los rasgos del estilo de pensamiento desencadenado por la industria cultural de estos tiempos de postmodernidad, donde se promueve un arte descentrado, sin profundidad, perezoso a la hora de comprometerse con la verdad y la objetividad, juguetón, ecléctico, que pulveriza las fronteras entre alta cultura y cultura popular, entre artificio y realidad cotidiana.

Es perentorio escuchar entonces la advertencia de un filosofo de estatura como Eugenio Trías: “La filosofía es arte encaminado al conocimiento que no rehuye el rigor. Pero que pierde toda su gracia y su dignidad si se perpetúa como sirvienta de lo que en una época pueda entenderse por ciencia. Y que sobre todo arruina su esencia y vocación si pretende erigirse en Super-saber rector desde el cual dictaminar los marcos por los que las ciencias puedan circular. Y que se degrada hasta el absurdo si sólo sabe bajar de su pedestal a través de la mendicidad: la que se apropia del último reclamo de nuestra cultura de masas. El compromiso de la filosofía con la época es mucho más hondo y genérico. Tiene que ver con las corrientes de fondo, no con sus más socorridos lugares comunes.”

De todas maneras, en tanto esperamos que la filosofía desbroce esos nuevos cauces, parece que por un tiempo nos seguirá consolando, sustituyendo calmantes, y contándonos leyendas doradas, mientras seguimos soñando con el libro oculto en alguna vetusta biblioteca que contiene la clave para devolvernos la risa.



Rafael Grillo es Periodista y psicólogo. Editor de la publicación digital cubana Cubahora